Corderos, corderos y más corderos, por José Naranjo

26/10/2012 | Bitácora africana

Desde hace un par de semanas, la ciudad de Dakar está llena de corderos. Corderos por todas partes, en los cruces, en las aceras, en los descampados, en las avenidas. Cientos de miles de corderos. Todos, casi sin excepción, morirán al mismo tiempo, la mañana del viernes 26 de octubre justo después del rezo matutino, sacrificados de manera ritual por cada familia, en cada casa, para celebrar la Tabaski o Fiesta del Cordero, las fiesta más importante del calendario musulmán. Pese a las apariencias, a las calles llenas de animales y al fragor de la compraventa, este año hay menos que en ocasiones anteriores: el conflicto del norte de Malí, controlado por grupos terroristas y yijadistas desde el pasado mes de abril, ha limitado la llegada de corderos a Senegal. El tema es tan importante que hasta la ministra de Agricultura se ha puesto manos a la obra.

Mansour viste una camiseta de un equipo de italiano de fútbol y un pantalón de chandal. Estamos en una calle de Dakar entre los barrios de Fann Hock y Gueule Tappé. Decenas de corderos ocupan las aceras. Él se ocupa de cuidarlos y venderlos. Mucha gente curiosea por allí a la caza de alguna oportunidad, pero este año lo van a tener más difícil. “No es como otras veces. Los precios han subido mucho, este año va a ser difícil encontrar un cordero a 30.000 francos CFA (algo menos de 50 euros), el más barato cuesta unos 60.000 (casi 100 euros). Las inundaciones de la estación de lluvias mataron a muchos y luego está el problema de Malí”, asegura.

ero, ¿qué tiene que ver Malí con los corderos? Pues resulta que la mayoría de los corderos que se consumen durante la Tabaski en Senegal proceden de Malí y Mauritania y son traídos por pastores maures o tuaregs. Sin embargo, la desbandada de población del norte de Malí (más de 400.000 desplazados), las dificultades para moverse derivadas de la presencia de grupos yijadistas, los exhaustivos controles en fronteras antaño más permeables y el aumento de los costes de transporte han tocado de lleno a esta actividad. Y claro, las dos consecuencias más inmediatas han sido la escasez y el aumento de los precios.

Senegal necesita unos 720.000 corderos para cubrir las necesidades de la Tabaski. De ellos, unos 400.000 proceden de los países vecinos. La ministra de Agricultura de Senegal, Aminata Mbengue Ndiaye, ha cursado sendas visitas a Mauritania y Malí para intentar facilitar el tránsito de animales hacia Senegal y, visto lo visto, ha anunciado que una de las prioridades de su departamento para los próximos años será “asegurarnos de que Senegal sea autosuficiente en lo que respecta a corderos”. Y es que esta fiesta no es ninguna tontería.

La Tabaski (así se la conoce en África occidental), también llamada Aïd al-Kabïr (fiesta grande), conmemora la sumisión de Abraham (Ibrahim para los musulmanes) a los designios de Dios cuando éste le ordena degollar a su hijo único Ismael (Isaac en la versión cristiana y judía). Sin embargo, en el último instante, cuando Abraham ya está con el cuchillo preparado para seccionar el cuello de su hijo, Dios envía al arcángel Gabriel con un cordero para sustituirlo por Ismael. Cada día 10 del mes de dhou al-hijja, el último del calendario islámico, los musulmanes de todo el mundo conmemoran este episodio, en el caso de Senegal degollando a uno o varios corderos que deben estar acostados sobre su lado izquierdo y con la cabeza mirando hacia La Meca.

Los corderos que llegan a Senegal desde Malí y Mauritania a bordo de camiones de transporte son depositados, desde un mes antes de la fiesta, en los grandes puntos de concentración del país, como Thiés, Birkelane, Kahone o Sandiara y, de ahí, trasladados hasta las ciudades. Estos días no es extraño ver buses o sept places (vehículos de transporte de pasajeros) con corderos metidos en sacos subidos a las bacas. En Dakar hay varios puntos de descarga, como Yarakh, Rufisque, Fass o la Patte d’Oie, pero no hay barrio que no tenga sus corderos en la calle, vigilados por pequeños vendedores como Mansour.

“Hay gente que espera al último día para comprar y otros lo compran con dos semanas de antelación y lo dejan aquí a nuestro cuidado. Les cobramos 500 francos CFA (menos de un euro) por día. Les damos la comida, que suele ser paja o maíz, y agua. Y los cepillamos a diario para que estén lustrosos y presentables”, añade Mansour, quien muestra con orgullo tres ejemplares de la raza Ladoum. “Esta es actualmente la mejor raza en Senegal”, asegura.

La fiebre de los corderos es tal en Senegal que existe hasta un programa de televisión que es una especie de Operación Triunfo destinada a elegir el mejor ejemplar del año. Los ganaderos y vendedores presentan a sus mejores animales en cada región y los ganadores compiten en la gran final nacional. El programa, que se llama Khar Bii (Este cordero), se emite en la cadena de televisión 2STV y cuenta con unos altos índices de audiencia.

Los jueces del concurso, entre los que hay ganaderos y veterinarios, deben votar entre los candidatos teniendo en cuenta aspectos como sus medidas, el peso, la proporción de sus miembros, la calidad y color del pelaje, la cornamenta y hasta el tamaño de los testículos. El cordero ganador puede ser vendido por la auténtica fortuna de diez millones de francos CFA, unos 15.000 euros.

En estas jornadas previas a la Tabaski, Mansour y su amigo Malick se pasan las horas, tanto de día como de noche, junto a sus corderos. Hay que estar ojo avizor porque siempre puede haber algún amigo de lo ajeno que intente hacerse el negocio por su cuenta. “Es una tentación muy fuerte porque valen mucho dinero”, asegura Malick, “los alimentamos, los lavamos y vigilamos que no les pase nada. En este país se trata mejor a los corderos que a las personas”, concluye con ironía.

El año pasado viví mi primera Tabaski. Fue en el barrio de Parcelles Assainiés de Dakar en la casa de mi amigo Abdou Kane. La matanza comienza tras el rezo que tiene lugar sobre las diez de la mañana. Allí, cada familia había excavado previamente un hoyo en la calle junto al que era degollado el animal, que vertía su sangre en el agujero. El animal muere en el acto. Posteriormente se traslada al interior de la casa para proceder a quitarle la piel, las vísceras y desmembrarlo a golpe de machete. Durante todo el día se come su carne que las mujeres preparan con salsa de cebolla y arroz y, ya por la noche, todos se ponen sus mejores ropas, bubus, taibas y kaftanes, para salir a saludar a los vecinos. Porque, sobre todo, la Tabaski es una fiesta de perdón, el mejor momento para pedir disculpas a tus seres queridos y próximos por las posibles ofensas que han tenido lugar durante el año. Y también una fiesta de solidaridad, de paz y de compartir con los demás.

De hecho, Abdou Kane hizo prueba de paciencia y comprensión conmigo aquel día. Me aseguró que, según sus creencias, todos los corderos sacrificados van directos al Paraíso porque mueren en nombre de Dios. Yo, impresionado por tanta sangre y tanta víscera, quise hacer una gracia y le dije que en ese momento tenía que haber un atasco en la puerta del Cielo similar al que se repite cada mañana en Pikine a la entrada de Dakar. La respuesta de Abdou fue tan grande y generosa como su tolerancia con el “simpático” extranjero: “Las puertas del Paraíso son tan enormes que nunca hay atascos”.

Original en : Blogs de El País : África no es un País

Autor

  • Naranjo, José

    José Naranjo Noble nació en Telde (Gran Canaria) el 23 de noviembre de 1971. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en 1994, ha seguido profesionalmente el fenómeno de la inmigración africana hacia Canarias, tanto desde la óptica de las Islas como desde los países de origen y tránsito de los irregulares. Así, para elaborar sus reportajes, publicados en diversos medios de comunicación, ha viajado por el sur de Marruecos, el Sahara, Argelia, Malí, Senegal, Gambia, Cabo Verde y Mauritania, donde ha recogido los testimonios de centenares de personas. Por este trabajo le fueron concedidos los premios Antonio Mompeón Motos de Periodismo 2006 y el Premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española 2007, en este caso junto al también periodista Nicolás Castellano.

    Buena parte de su trabajo está recogido en los libros Cayucos (Editorial Debate, 2006), con el que fue finalista del Premio Debate, y en Los invisibles de Kolda (Editorial Península, 2009). Además, es coautor de los libros Inmigración en Canarias. Procesos y estrategias (Fundación Pedro García Cabrera, 2008) y Las migraciones en el mundo. Desafíos y esperanzas (Icaria, 2009).

    Es redacror de la revista digital de información sobre África Guinguinbali donde tiene su blog Los Invisibles , que reproduciremos en Bitácora Africana

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