Corazón exiguo, naturaleza muerta, por Juan Tomás Ávila Laurel

12/03/2013 | Bitácora africana

Y hombres que se van a morir, aun sea uno por uno.

Hoy he ido a Sampaka a ver los restos de lo que era parte de la agricultura cacaotera (RIP) y me informé de los destrozos que el tiránico y dictatorial régimen que dentro de lo que decida su general-presidente tendrá su capital en la selva de Oyala lleva cometiendo.

Pues resulta que unos guineanos, que a veces reciben el nombre de pobres mentales, fueron engañados por el que repartía las casas de Buena Esperanza. No recibieron casa alguna y como el dinero ya había sido guardado en los sacos del que cobraba por ellas, salió el mismo general en mangas de camisa a prometer una cantidad preciosa de casas habitables a los perjudicados. Ahora que esto está siendo escrito, los monstruos mecánicos acaban de ser remojados por una lluvia breve, pero intensa, y reanudaron su tarea destructora.

Pues el lugar elegido es un sitio en la parte alta de Sampaka, lindante precisamente con los terrenos agrícolas de la empresa Casa Mayo. Y el daño oficial, porque el general lo ha decidido por la brava, no sólo lo ha recibido la mentada empresa, señera en la producción de cacao, de la que quedan vestigios visitables, sino muchas mujeres y hombres del pueblo de Sampaka. Ahora hagan la foto: unos señores que no eran de Sampaka, ni sabían que existía. Fueron engañados por alguien con mando en plaza y el asunto ladronil se resuelve con una devastación de campeonato, para crear de la nada, y cercana a la selva, una urbanización a la que los habitantes del ahora derruido pueblo de Sampaka no se acercarán jamás.

Entonces los agraciados, dentro de 2 años, y más, dirán a sus amigos que residen en un sitio que no puede tener la categoría de barrio, porque en medio está el primer poblado de Bioko por la cara este. Y como el dinero es boyante, o sea que flota, los que vayan a vivir en este sitio que llevará un nombre rimbombante tendrán necesidad de comprarse un coche, porque dígame a mí cómo se va a un sitio que está en la quinta leche en la capital de un país rico que carece de transporte público.

—¿Dónde vives?

—En Rimbombancia de Coo, el nuevo barrio.

—Y cómo vas, porque me dijistes que no tenías coche.

—Yo no voy, es que no salgo de ahí. De hecho, he dejado de estudiar, y si el trabajo de parto me llega por la noche, o cuando no haya nadie cerca, daré a luz sobre hojas de banano, y con una curandera que habrá ahí, no fallan.

—Ostia, luego estás embarazada, ¿y el padre? ¿Y trabajas?

—Por qué haces dos preguntas a la vez. Mi padre ya murió. El hijo ya tendrá un padre cuando nazca, esto no es problema.

—Ah, y de qué vives.

—Vivo en el barrio, es lo principal.

—Pues vaya, macha, no sé qué decirte, si termino este curso que hago, iré en Ghana a aprender marketing.

—Suerte.

¿Alguien se ha dado cuenta de que Oyala ha salido al principio? No es casualidad. Pues resulta que si no hubiera planes muy oscuros sobre el destino final de esta fantasmada creada en el bosque metido, el general-presidente hubiera dicho a los pobres mentales que lo agobiaban que aguantaran un poquito, pues dentro de unos meses los ingenieros y masones que están creando de la nada aquella cosa entregarán las llaves y todos los que están obligados por su nómina serán trasladados a la nueva capital, pues habrá que llenarla de gente, ¿no?

Si yo no hubiera creído, y hace mucho, que de este régimen ya no se puede esperar nada y que había que hacer una reclamación mayor, sería yo el primer guineano que elevaría la voz contra este abuso, destrozo y floricidio imperdonable, cometido por querer salvar el culo a un manguta irredento, uno de los cientos de un régimen demencial.

Espero no ser ahora el primero en hacer nada, porque doctores debería tener la santa ciudadanía guineana. Y afectados por este asunto debe de haber un montón. Que vayan abriendo la boca debería ser una prueba de que hay límites que ninguna autoridad, por más 4659¡#1″%!!! que sea, debe tener mucha facilidad para sobrepasar.

La idea esbozada en el párrafo anterior no es mía. Si no, no habría en la ciudad de Malabo, que no isla, un cartel con la cara del general en que se lee «30 años de libertad». A veces, si sabemos leer bien, nos damos cuenta de que todo está relacionado.

Original en : FronteraD

Autor

  • Ávila laurel , Juan Tomás

    Juan Tomás Ávila Laurel, escritor ecuatoguineano nacido en 1966 en Malabo, de origen anobonés, actualmente reside en Barcelona. Su obra se caracteriza por un compromiso crítico con la realidad social y política de su país y con las desigualdades económicas. Estas preocupaciones se traducen en una profunda conciencia histórica, sobre Guinea Ecuatorial en particular y sobre África en general. Tiene más de una docena de libros publicados y otros de inminente publicación, entre ellos las novelas y libros de relatos cortos La carga, El desmayo de Judas, Nadie tiene buena fama en este país y Cuentos crudos. Cuenta también con obras de tipo ensayístico, libros de poemas y obras de teatro.

    En Bitácora Africana incorporamos el Blog "Malabo" que el escritor realiza para la revista digital FronteraD. Desde CIDAF-UCM agradecemos a la dirección de FronteraD y a Juan Tomás Ávila Laurel la oportunidad de poder contar en nuestra Portal del Conocimiento sobre África con esta colaboración.

    @Avilalaurel

    FronteraD - @fronterad

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