Cómo aprovechar el potencial de los vertederos masivos de desechos electrónicos en Ghana

13/09/2019 | Crónicas y reportajes

captura_de_pantalla_2019-09-05_a_las_13.08.40.pngAgbogbloshie, en Ghana, es una vasta zona urbana que alberga un enorme vertedero de reciclaje de desechos electrónicos. Situado a orillas de la laguna de Korle, junto a la barriada de Old Fadama, alberga a unas 80.000 personas. En la década de 1960, cuando Ghana se industrializó, los migrantes se dirigieron en masa a Accra y se establecieron en Old Fadama. Luego, alrededor del año 2000, los barcos comenzaron a llegar con desechos electrónicos.

Hoy en día, muchos trabajan en el «vertedero digital», clasificando productos tecnológicos como lavadoras, cocinas, vehículos, teléfonos móviles y ordenadores. Históricamente, estos productos han procedido de territorios más desarrollados, como Estados Unidos o Europa. Sin embargo, se ha producido un cambio en la procedencia de los desechos electrónicos: a nivel nacional, Ghana produce ahora sus propios desechos electrónicos, y las importaciones se componen principalmente de productos electrónicos reutilizables.

Agbogbloshie a menudo recibe mala prensa, incluso ha sido apodado «Sodoma», en referencia a la ciudad bíblica destruida por Dios por los pecados de sus residentes. Los trabajadores queman los cables cubiertos de plástico para que puedan llegar más rápido al valioso cobre contenido en muchos dispositivos digitales. Esto contribuye a la contaminación del aire, el suelo y el agua. También hay riesgos para la salud: los trabajadores pueden inhalar gases tóxicos y contaminar las fuentes de alimentos.

Sin embargo, hay un lado diferente de Agbogbloshie. Existe un próspero ecosistema jerárquico de actividad empresarial. Todo tiene su lugar. Hay espacios dedicados para el desmantelamiento y manejo de diferentes flujos de residuos, actividades de reparación y restauración y básculas de pesaje. También se encuentran chozas de comida que venden plátanos fritos, ropa protectora improvisada (máscaras de camiseta) y formas de saneamiento con retretes repartidos por todo el lugar.

Agbogbloshie, y sitios como éste en otras partes del mundo en desarrollo, ofrecen un servicio valioso. Ofrecen oportunidades para la creación de empleo, la obtención de beneficios y la limpieza de entornos plagados de residuos. Estas actividades también dan una nueva vida a los bienes desechados, fomentando los mercados de segunda mano de productos electrónicos y eléctricos, al tiempo que se reconocen las habilidades asociadas a la reparación.

En todo el mundo se descartan 44,7 millones de toneladas métricas de equipos electrónicos y eléctricos. Estos dispositivos contienen materiales que tienen un valor colectivo superior al Producto Interior Bruto de 120 países. Y, por cada 1.000 toneladas desechadas, existe la oportunidad de crear 15 puestos de trabajo de reciclaje y 200 puestos de trabajo de reparación.

Se podrían tomar tres pasos para aprovechar el potencial de Agbogbloshie y núcleos similares. En primer lugar, el reconocimiento formal por parte de los inversores, el gobierno y el sector privado. Esto ayudaría a garantizar un aumento de la financiación, una infraestructura mejorada y más segura y unas condiciones de trabajo más sanas para los trabajadores. En segundo lugar, debe prestarse especial atención a la manera de gestionar el flujo de materiales hacia y desde los sitios de desechos electrónicos. Esto está en consonancia con los requisitos establecidos en el Convenio de Basilea, cuyo objetivo es controlar el movimiento de residuos peligrosos para proteger la salud humana y el medio ambiente. Y en tercer lugar, los trabajadores podrían desarrollar nuevas prácticas y actualizar los métodos tradicionales. El intercambio de conocimientos es fundamental.

Algunos de los trabajadores de Agbogbloshie señalan que no siempre dicen a la gente fuera del área lo que hacen para ganarse la vida. Esto se debe a que su trabajo es considerado sucio. Un experto local, Karim Saagbul, de Ghana WIEGO, que trabaja para empoderar a los trabajadores informales, en particular a las mujeres, confirmó el estigma asociado a este trabajo. La organización apoya a los trabajadores de Agbogbloshie.

Ha habido algunas peticiones para que el trabajo de Agbogbloshie sea reconocido como legítimo e importante para el desarrollo nacional. Esto es crucial. El trabajo de recolección y reparación de residuos permite a la gente ganarse la vida de manera razonable, aunque ganen menos que el promedio del país: los salarios mensuales van desde los 70 a 140 dólares para un recolector de chatarra a 1050 dólares para los intermediarios que actúan entre los comerciantes y los recicladores, lo que a su vez apoya la economía del país.

También hay beneficios económicos al expandir la vida útil de productos que de otra manera podrían permanecer en los montones de chatarra. Esto parece tener sentido para el gobierno alemán: ha financiado nuevas instalaciones de desechos electrónicos en Agbogbloshie en un esfuerzo continuo para ofrecer capacitación en prácticas de reciclaje más seguras; un hospital; y un campo de fútbol para el entretenimiento. Esta iniciativa tiene por objeto apoyar el desarrollo de un sistema de gestión de los desechos electrónicos más sostenible e inclusivo que reúna a los grupos informales y formales que operan en este espacio.

Asegurar una fuente fiable de desechos electrónicos y electricidad de segunda mano es un reto tanto para los países desarrollados como para los países en desarrollo.

Debido a los peligrosos productos químicos contenidos en los desechos electrónicos, como el plomo, el cadmio y el mercurio, entre otros, los flujos se rigen por acuerdos voluntarios y legislación. Estas políticas tendrían que ser revisadas para asegurar que el transporte y la manipulación de las mercancías se hicieran de manera apropiada, pero sin que obstaculizaran excesivamente el movimiento.

También habría que tener en cuenta la confianza en la seguridad o destrucción de los datos, especialmente en el caso de las tecnologías de protección de datos, como los teléfonos móviles, las tabletas y los ordenadores portátiles, ya que nadie quiere correr el riesgo de ser identificado o de ser víctima de un robo de este estilo. La participación en este nivel podría alentar a que los bienes destinados a la reutilización sean realmente tratados como tal, controlando así una posible comercialización ilegal.

Por su parte, la transferencia de conocimientos es vital para desarrollar prácticas inclusivas, creativas y seguras. Incluso con infraestructuras más o menos modernas, 1 millón de personas mueren en todo el mundo por envenenamiento ocupacional causado por sustancias químicas en sus cuerpos. Ese número son sólo los empleados registrados, la cifra puede ser mayor si se incluyen los trabajadores informales. Por lo tanto, al trabajar con organizaciones establecidas, existe la oportunidad de compartir prácticas más seguras.

El proyecto Agbobloshie Makerspace Place, dirigido por jóvenes, presenta oportunidades emocionantes para desarrollar nuevos métodos profesionales. Ofrece espacios comunitarios para educar, producir herramientas, diseñar productos y una plataforma digital para fomentar la reparación, el reciclaje y los nuevos oficios.

Fuente: The East African

[Edición y traducción, Álvaro García López]

[Fundación Sur]

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