Comercio de marfil: “Esto ya es como el tráfico de drogas”

23/12/2009 | Crónicas y reportajes

A tres meses de una gran conferencia internacional sobre especies en peligro de extinción, los países africanos están divididos sobre su debe permitirse una nueva ronda de venta de marfil.

Con las ventas en el mercado negro en aumento de nuevo, algunas naciones que consideran que su población de elefantes está fuera de peligro argumentan que el stock del preciado marfil debería venderse legalmente.

Tanzania y Zambia, por ejemplo, han pedido a CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas), que se reunirá entre el 13 y el 25 de marzo, en Doha, que les autorice a vender 90 y 22 toneladas de marfil, respectivamente.

Esta petición de exención de la prohibición de venta de marfil de 1989, una medida destinada a proteger a los elefantes y rinocerontes africanos, reavivó la guerra entre los países con varios niveles de población animal.

Si los elefantes antes deambulaban a millones por el continente africano, hoy se calcula que su número está entre 400.000 y 600.000.

Más de la mitad se encuentran en el África Austral con sólo algunos miles, o a veces unos centenares, en la mayor parte de los países del África occidental, Central y Austral.

En algunos casos los animales han desaparecido todos, por ejemplo en Burundi, Gambia, Mauritania o Sierra Leona.

“No queremos ver que los elefantes sobreviven en tan sólo un rincón de África, sólo en el África del Sur”, asegura Patrick Omondi, que encabezará la delegación de Kenia a las conversaciones de Doha.

La última conferencia de CITES en La Haya, en junio de 2007, llevó a la confrontación entre los países africanos, pero después alcanzaron un compromiso, prolongando la moratoria en la venta de marfil, en 9 años, pero permitiendo a Zimbabue, Suráfrica, Namibia y Botsuana celebrar una venta de 108 toneladas, para compradores de China y Japón.

Los grupos de protección de los elefantes argumentan que este comercio legal aumenta la demanda de marfil, muy cotizado en toda Asia, por sus cualidades decorativas, avivando el mercado ilegal.

En Kenia, el número de elefantes matados por los cazadores furtivos aumentó de 47 en 2007 a 214 en 2009.

“Si continúa esta tendencia, podemos esperar ver la extinción del elefante durante nuestra propia vida”, afirma Patricia Awori, de la Red de Conservación de la Vida Salvaje Panafricana.

“Nuestra postura es que la comunidad internacional debería mantener la prohibición de vender marfil y cuernos de rinoceronte. Si perpetuamos la caza ilegal, eliminaremos a estos animales”, explica la ministra de Vida Salvaje de Kenia, Noah Wekwsa.

Tanzania tiene un argumento diferente. Las autoridades calculan que su población de elefantes ha crecido de 55.000 en 1989 a 137.000 en 2006.

“Los elefantes están convirtiéndose en una molestia cada vez mayor para los pobres agricultores que cada vez se posicionan más opuestos a su conservación. La venta de marfil, recogida de los animales que han muerto de manera natural es la mejor manera de concienciar a la población del valor del animal”, asegura el gobierno de Tanzania en un documento remitido a CITES.

La propuesta de Tanzania causó que siete países africanos, entre ellos Kenia y República Democrática del Congo, presentasen una contra enmienda pidiendo que se ampliara la moratoria de nueve a 20 años, y pidieran la prohibición de cualquier venta fuera del África Austral.

“El comercio ilegal de marfil, cuyo volumen ha estado en aumento desde 2004, ha aumentó enormemente en 2009”, según Traffic, la red que monitoriza el comercio de especies salvajes.

“El significativo aumento en 2009 refleja una serie de eventos de adquisición de marfil a gran escala, que sugiere una mayor implicación y organización de los sindicatos del crimen, que conectan los países africanos de origen del marfil, con los países asiáticos, el destino del preciado material”, asegura Traffic.

La cantidad del marfil adquirido se ha duplicado en un año, hasta alcanzar este año las 15 toneladas. Su valor en el mercado es de cerca de 750 dólares por kilo.

“Realmente está empezando a estar fuera de control, esto ya es como el tráfico de drogas”, lamenta Awori.

Publicado en IOL, el 22 de diciembre de 2009.

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