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Inicio > Bitácora africana > ![]() ![]() Férnandez Quincoces, Sonia Sonia Fernández Quincoces nació en Bilbao y en la actualidad es la única editora del blog de literatura africana LitERaFRicA. Además, coordina un club de lectura de letras africanas en Mamah África y colabora con medios especializados en la difusión de la cultura africana, ![]() Comer y beber con la vista mientras leemos: otra manera de conocer y disfrutar las culturas africanas, por Sonia Fernández Quincoces 23 de noviembre de 2020.
Con frecuencia, la gastronomía africana aparece en las historias que leemos, son parte de su identidad y su cultura, y un elemento perdurable a lo largo del tiempo. Entre los libros que están dedicados de manera plena a ella, se encuentra África en los fogones (Ediciones del Bronce, 2002) de Agnés Agbotón (quien ha escrito también Las cocinas del mundo) que dio lugar después a un proyecto – cuyo recetario podéis consultar en la web de Casa África– que, bajo el mismo nombre, celebró talleres y jornadas gastronómicas en Canarias. En su libro Más allá del mar de arena, Agbotón afirma que “Por encima de todo, cocinar es un modo de no olvidar. De mantener vivas las tradiciones”. Sin duda, la bebida literaria más conocida es el vino de palma y ello gracias a Amos Tutuola. “He sido un bebedor de vino de palma desde que tenía diez años. No he hecho otra cosa en mi vida que beber vino de palma” es la frase con la que comienza un clásico de las literaturas africanas, El bebedor de vino de palma. Junto a ella, numerosas historias están salpicadas por otras bebidas como el té, el koutoukou marfileño (Robert y los Catapila) y cómo no la cerveza bajo cualquiera de sus marcas. A su vez, la cocina africana nos muestra su riqueza y diversidad. Descubrimos ingredientes y mezclas nuevas. Graceland (Baile del Sol) recoge múltiples recetas de su país, Nigeria. Su autor, Chris Abani resaltaba lo siguiente en una entrevista: “Lo único que nos separa como seres humanos son las especias que usamos para cocinar, porque son lo único que es específico de un lugar determinado”. Así, no es extraño que esta obra sea, además de una historia sobre un chico de la calle que imita a Elvis, un verdadero manual de hierbas, productos y recetas:
Pero, sobre todo, la novela resalta la importancia de la nuez de cola, sagrada para los igbos, “La oración que precede al momento de abrir y compartir la nuez es: Quien trae cola, trae vida”. En Mayimbo (Paseos) de Ángela Nzambi aparece un alimento que se vendía en el Mercado Central de Malabo; la malanga, un tubérculo que se puede preparar de diferentes maneras, en sopa, con aceite de palma… Su recuerdo devuelve a la protagonista a su tierra de origen, a unos sabores y unos olores que la hacen retornar con nostalgia. Y en el relato “Guindillas Scotch Bonnet” (dentro de la antología Doce relatos urbanos. Doce voces africanas) el Ghanés Nii Ayikwei Parkes nos ofrece una historia divertida, mientras la condimenta con pimientos picantes rojos, también llamados kpakpo shitto en su país de origen. Para terminar, quiero volver a resaltar uno de los textos más hermosos que he leído nunca sobre la alimentación, la mesa y su importancia. Se encuentra dentro de esa joya que es Amkullel, el niño fulbé de Ahmadou Hampâté Bâ, en el que nos habla en definitiva del arte de vivir: “Toda aquella disciplina no pretendía en absoluto torturar inútilmente al niño, sino enseñarles todo un arte de vida. Mantener los ojos bajos en presencia de los adultos, sobre todo los padres-es decir, los tíos y los amigos del padre-, era aprender a dominarse y a resistir la comunidad. Comer a solas era limitarse a lo que se tiene. No hablar era dominar la propia lengua y ejercitarse en el silencio: hay que saber dónde y cuándo hablar. No tomar un nuevo puñado de alimento antes de haber terminado el precedente era dar pruebas de moderación. Sujetar el borde del plato con la mano izquierda era un gesto de cortesía, enseñaba humildad. Evitar lanzarse sobre la comida era aprender la paciencia. Finalmente, esperar a recibir la carne cuando se terminaba la comida y no servirse uno mismo conducían a dominar el apetito y la gula”. (pág.249) ***
Original en: Literafrica
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