Cinismo a bocajarro, por Juan Tomás Ávila Laurel

6/06/2011 | Bitácora africana

A raíz de las revelaciones hechas por el New York Times y otros periódicos de relevancia mundial sobre la complicidad existente ente la dictadura del general Obiang y los Estados Unidos de América, un activista cibernético comparó Guinea con el Congo Belga, y en relación al inhumano control al que el rey Leopoldo II sometió a aquella colonia.

Textualmente, escribió en su twitter: USA’s current pocket African colony sounds like the Belgian Congo: Equatorial Guinea is astonishing even for cynics. Pues sí, lamentablemente es así, sorprendente para los cínicos.

Con todo lujo de detalles el artículo aporta documentos que prueban no sólo la implicación de todas las empresas petroleras que operan en Guinea, que hacen desembolsos millonarios para ayudar a maquillar la imagen del régimen de Obiang, sino que disecciona en sus detalles mínimos el contrato firmado por una agencia de abogados muy conectada con antiguos inquilinos de la Casa Blanca con los actuales detentores del poder en la República de Guinea Ecuatorial para llevar a cabo unas reformas. Sellaron con su firma aquel acuerdo Teodoro Nguema Obiang, conocido por su vida de pródigo en todo el mundo, y Alejandro Evuna Owono, alto cargo en todos las etapas del régimen de Obiang, quien saltó a la prensa internacional cuando su mujer fue pillada en un aeropuerto de España con dos kilos y medio de marihuana.
Sin entrar en otros detalles subterráneos, lo que se trasluce de las revelaciones de New York Times es que como pago por la vista gorda del Gobierno de los Estados Unidos en el escandaloso hallazgo del desfalco que está llevando Obiang y su hijo, desfalco en que se vio implicado el banco Riggs, con la compra de mansiones y el escandaloso tren de vida de Teodorín, el régimen de Obiang tenía que aceptar el plan de reformas diseñado por la oficina de abogados MWE, previo desembolso guineano, claro, de varios millones de dólares como se detalla con toda minuciosidad. Como se vio en la firma, fue en el año 2009, y sujeto a evaluación y control por ambas partes. Y con esta operación las empresas norteamericanas seguían con las exclusivas en la exportación del petróleo, y de paso, limpiarse la mala imagen de sostener una dictadura de estas dimensiones. Es decir, a Obiang le aconsejaban que se limpiara la imagen para que su iniquidad no salpicara la reputación de los Estados Unidos de América.
Sin entrar en valoraciones sobre la naturaleza perversa de estas relaciones, pues se descubre lo que todos ya decíamos, ya que era impensable que el régimen de Obiang extendiera su red de corrupción a los Estados Unidos sin que las siempre celosas autoridades de este país lo supieran, podemos creer que los guineanos y los observadores de la realidad actual de Guinea Ecuatorial se hubieran conformado si hubieran supuesto un alivio para su dramática situación. Pero la realidad actual desmiente sus propósitos. Entonces, algo ha fallado. ¿Qué ha influido para que los alevosos propósitos del poder norteamericano conocieran un rotundo fracaso? La concepción feudal que tenían de Guinea Ecuatorial. Eso es, esta costumbre que tienen de conceder legitimidad a cualquier detentor del poder aunque el mismo estuviera sustentado en soportes infames o inhumanos, como sucede en Guinea Ecuatorial.

Y es que es imposible, prácticamente imposible, que los que actualmente manejan los hilos políticos y económicos del país africano se impongan reformas sin que suponga la pérdida de los inmensos privilegios de que gozan. Lo que no quieren ver los norteamericanos es que la corrupción, la delincuencia, el fraude y todo tipo de conducta censurable constituye la normalidad en la Guinea de hoy. En ella, todos los que ostentan cargos públicos se desenvuelven al margen de la legalidad. La ilegalidad es la norma de vida de todos los altos cargos del régimen guineano, actitud que se extiende a todas las esferas y que afecta los aspectos más insignificantes. El simple ejercicio de la política abre las puertas a una opulencia económica sólo equiparable a los ingresos que asegura la actividad empresarial o industrial en los países desarrollados. En Guinea, es normal que personas que no atesoran ningún estudio demostrable ni que hubieran sido gratificados con una herencia sean dueños de hoteles o de edificios valorados en millones de francos CFA. Los ejemplos son numerosos y crean escuela, y desde que los más señeros ejemplos son del círculo de la familia del mismo general. Basta una muestra somera: Sin contar las conocidas cuentas, mansiones y automóviles de Obiang y del hijo Teodorín en el extranjero, Teodoro Nsue Okomo, hermano de la primera mujer de Obiang, ocupó una plaza pública ajardinada en una zona costera de Malabo, donde construyó un complejo que incluye apartamentos de lujo, discoteca, bar y restaurante. Su hermana, la primera mujer de Obiang, Constancia Mangué, se apropió del antiguo casino de Malabo, destruyó las viviendas particulares del terreno adyacente y construyó un complejo que comprende restaurante de lujo, a juzgar por sus precios, gimnasio, bar y discoteca. Lucas Nguema Esono, Secretario General del PDGE, es dueño de un hotel. Julián Ondo Nkumu, yerno de Obiang, ex jefe de la Seguridad, dueño de otro. Manuel Nguema Mba, tío de Obiang, dueño del Hotel Paraíso, Alejandro Evuna, ministro, dueño de un hotel.

Por estos ejemplos y los que no mencionamos, las pretendidas “reformas” millonarias propuestas por Estados Unidos no pueden prosperar. Es imposible para los actuales miembros del régimen sustraerse a su modo normal de conducta. Y es que la impunidad, basada en la renuencia de Obiang a imponer la legalidad a costa de enemistarse con individuos cercanos a su familia, tiene secuestrada a la política guineana. Son 32 años de una corrupción que ha adquirido carta de naturaleza difícil de erradicar de manera individual. El régimen no emprenderá unas reformas que de aplicarse supondría su ruina. Pero Guinea necesita urgentemente la desaparición de este régimen. Es el dilema que los fecundos pensadores de los Estados Unidos no han sabido prever.

Negros nubarrones, pues, planearon desde el principio sobre las pretendidas reformas del Gobierno americano, afectadas, además, por la nocturnidad de gestarse sin la necesaria concurrencia de los cientos de guineanos que luchan y malviven en el extranjero contra una dictadura irracional. Pero esto se puede revertir, pues ante la abrumadora evidencia, Estados Unidos ya no puede seguir con su acostumbrado unilateralismo, pues por la magnitud del negocio petrolífero seguirá siendo la potencia política de referencia. Y como la necesidad de un cambio en la trayectoria política de Guinea es imperante, exigimos que incorpore a las fuerzas del cambio al activo humano formado por los guineanos del exilio, quienes aportarán nuevas formas de convivencia política que propiciará una mejora de la situación guineana. En el tablero político siguen las recientes propuestas de los partidos políticos, ineludibles para alcanzar un mínimo de normalidad en el país.

No hay, hoy por hoy, otra alternativa a las ya señaladas para propiciar un cambio político en Guinea Ecuatorial. La acción es urgente. Y es que la larga duración del régimen dictatorial se añade al hecho de que muestra sus aristas más represivas en estos días, la antesala de unos eventos políticos. La tensa situación podría ser la detonante de una violencia cuyos consecuencias no podemos predecir, pero que creemos que no será beneficiosa para las partes implicadas. Y como es bien sabido, la violencia no necesita ningún soporte material para manifestarse, error en que incurren los que creen que la militarización de las calles tendría unos efectos disuasorios en la población. La no mención de la contraparte militar de los Estados Unidos en este artículo es nuestra única manera decir que Guinea Ecuatorial recibiría un castigo excesivo si los agentes armados del país americano, presentes en el suelo guineano, participaran en el sofoco de las revueltas propiciadas por una situación que lleva años siendo insostenible y que han contribuido a empeorar.

original en Guinguinbali

Autor

  • Ávila laurel , Juan Tomás

    Juan Tomás Ávila Laurel, escritor ecuatoguineano nacido en 1966 en Malabo, de origen anobonés, actualmente reside en Barcelona. Su obra se caracteriza por un compromiso crítico con la realidad social y política de su país y con las desigualdades económicas. Estas preocupaciones se traducen en una profunda conciencia histórica, sobre Guinea Ecuatorial en particular y sobre África en general. Tiene más de una docena de libros publicados y otros de inminente publicación, entre ellos las novelas y libros de relatos cortos La carga, El desmayo de Judas, Nadie tiene buena fama en este país y Cuentos crudos. Cuenta también con obras de tipo ensayístico, libros de poemas y obras de teatro.

    En Bitácora Africana incorporamos el Blog "Malabo" que el escritor realiza para la revista digital FronteraD. Desde CIDAF-UCM agradecemos a la dirección de FronteraD y a Juan Tomás Ávila Laurel la oportunidad de poder contar en nuestra Portal del Conocimiento sobre África con esta colaboración.

    @Avilalaurel

    FronteraD - @fronterad

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