CEDEAO [ECOWAS] y Costa de Marfil, el arte de perder el tiempo

3/01/2011 | Opinión

Laurent Koudou Gbagbo todavía está en el palacio presidencial de Cocody, dedicando grandes sonrisas a sus visitantes. Mientras tanto, Alassane Ouattara, el nuevo jefe de estado según la Comisión Electoral Independiente, CEI, y la comunidad internacional, sigue atrincherado en el Hotel de Golf, bajo custodia de la ONUCI.

En esta lamentable situación es en la que se encuentra el país de Houphou Boigny, que en algún momento de la historia fue un remanso de paz, en su marcha infinita, pasadas unas horas desde el fin de 2010. Debido a la amenaza del recurso a la fuerza militar, para desalojar a los “enfant terribles” de Mama del poder, que usurparon desde el 28 de noviembre de 2010, la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, ECOWAS, envió el martes pasado, una misión de alto nivel compuesta por el presidente de Be´nin, Boni Yayi, el de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma y el de Cabo Verde, Pidro Pires.

A la vista de los resultados esperados, no se puede decir que su envío a Costa de Marfil haya sido concluyente. El tono era demasiado firme, marcial: abandona el poder, si no… pero las amenazas no se han hecho efectivas. El caso incluso ha supuesto la humillación de la instancia subregional, ya que el presidente saliente ha exigido su reconocimiento ante toda discusión. DE regreso a Abuja, los mandatarios han hecho hincapié en ello ante el presidente en ejercicio de la ECOWAS.

Jonathan Good Luck lo edulcoró con su lenguaje: “Cuando hay una disputa, es el diálogo lo que resuelve todas las diferencias, es ese diálogo lo que está en curso”, antes de desvelar que los tres mosqueteros estarían de vuelta en Abiyán el primer lunes del nuevo año. ¿Será que la semana de reflexión ha servido para algo?

Ya se puede poner en duda, porque, hasta el momento, el marido de Simone Gbagbo se ha mostrado intratable ante todas las sanciones, amenazas y condenas. Es hora incluso de una ofensiva jurídica para justificar su postura en contra de las advertencias de los grandes abogados franceses, principalmente el antiguo ministro de Exteriores, Roland Dumas y Jacques Vergès. Sin duda, harán falta más de dos viajes para hacer que Gbagbo se vaya. Uno se pregunta si no es el arte de perder el tiempo lo único que revela la actuación de la ECOWAS.

Porque, después de haber tensado los músculos y blandir el fantasma de la expedición punitiva de la ECOMOG [Grupo de control de la ECOWAS], el tono se ha vuelto, curiosamente, más conciliador. Los optimistas verán cierta evolución hacia una solución negociada y pacífica de la crisis, otros por el contrario, verán una confesión de impotencia por parte de la Comunidad del África Occidental.

En efecto, hay razones para pensar que la comunidad ya no sabe qué debe hacer, entre las sanciones, que pueden ser eficaces, pero cuyo efecto es particularmente lento, y la utilización de la fuerza, cuyo coste (material logístico y sobretodo humano) sería muy elevado, sin olvidar el modus operandi, en el que, por añadidura, el resultado no está garantizado.

Mientras que los presidente mandados por sus homólogos viajan para una misión sino imposible e inútil, muy difícil en todo caso, se teme que ya todo esté previsto por las manifestaciones de Charles Blé Goudé, ministro de la Juventud, recientemente nombrado. El líder de la galaxia Gbagbo ha prometido en efecto, ir con sus tropas a liberar con sus propias manos el hotel del Golf, que acoge desde el golpe de estado electoral, al presidente Alassane Ouattara y a sus hombres.

Nuevas muestras de fuerza en perspectiva que recuerdan al asalto, el pasado 17 de diciembre, de la Radiotelevisión de Costa de Marfil, por los partidarios de ADO [Alassane Dramane Ouattara]. Uno se pregunta qué pasará mañana si esa marcha se lleva a cabo de verdad. Volvemos a plantear las mismas cuestiones que ya lanzamos en nuestra edición nº 7778, del 15 de diciembre de 2010, en referencia a la marcha que no ha logrado su objetivo y que ha producido decenas de muertos. En este contexto de hoy en Costa de Marfil, unas manifestaciones de este tipo ¿no son una declaración de guerra?

¿Estarán supervisados por las fuerzas fieles a Laurent Gbagbo? ¿No van a cometer una masacre, dado que el hotel está custodiado por la ONUCI? Los interrogantes son muchos. Se anuncia un día caldeado, sobre todo porque los seguidores de ADO no quieren dejarse contar. Hay que esperar que la razón prevalecerá y que no se alargue la lista de muertos, ya demasiado larga.

Abdou Karim Sawadogo

(L’Observateur Paalga, Burkina Faso, 03-01-11)

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