Caso Nichane en Marruecos. ¿Por qué estamos arrestados?

29/01/2007 | Opinión

Et voilá. El 15 de enero, la justicia ha dado su veredicto. Driss Ksikes y Sanaa El Aji, respectivamente director de la publicación y periodista de Nichane, han sido condenados a tres años de prisión con remisión condicional de la pena y 80.000 dirhams de multa cada uno. En cuanto a la revista Nichane, ha sido prohibida su publicación por un período de dos meses, a partir de la declaración del veredicto. Respetamos esta decisión de la justicia, pero tenemos todo el derecho a comentarla. ¿Qué decir? ¿Que Driss, Sanaa y Nichane merecían esta sanción? Ciertamente no. La prisión (incluso con aplazamiento) y la prohibición de publicación (incluso siendo temporal), es pesada, muy pesada, cuando el único “crimen” consiste en haber narrado bromas.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que nuestro credo editorial, en TelQuel tanto como en Nichane, es “Marruecos tal como es”. Y Marruecos tal como es, es un país, cuyo Código de la prensa, anticuado y liberticida, prevé penas de prisión firme y prohibiciones definitivas cuando se condena por “atentar a las sacralités”. Habíamos pedido inocencia, el Tribunal consideró que éramos culpables. Pero gracias a Dios, el juez no siguió todas las peticiones de la Fiscalía: no hay prisión firme, y la prohibición sólo ha sido temporal. En cuanto a la prohibición de ejercer el periodismo para Driss y Sanaa (requerida también por el fiscal), se rechazó expresamente. En una lógica estrictamente legal, el juez, convencido de nuestra culpabilidad, ha emitido un veredicto “clemente”.
Y en una lógica política, este veredicto “es equilibrado”. Por una parte, “ha satisfecho” a los islamistas y a los conservadores, porque el “crimen” de Nichane (¡algunos así lo han calificado!) no ha quedado impune. Por otra parte, “ha contentado” los periodistas y todos los apasionados por la libertad, porque lo peor (la prisión firme y/o la prohibición definitiva) se ha evitado. Y nosotros, ¿estamos “contentos”? No, en absoluto. Estamos a la vez aliviados y consternados. En realidad, estamos perplejos. Se nos dice, que este veredicto ha satisfecho a todos los marroquíes, porque ha permitido evitar la “crisis nacional” que se perfilaba.

La calle se ha calentado, la pasión ha desbordado a la razón, los matices han sido barridos por el exceso. No recurriremos, para no correr el riesgo de reactivar esta locura colectiva.

Objetivamente, por desgracia es la verdad: una crisis se perfilaba, y amenazaba con convertirse en nacional. A partir de este fatídico 20 de diciembre, a partir del minuto en que el Primer Ministro prohibió Nichane, en que se acusó a su director y a su periodista de “atentar contra valores sagrados”, y en que religiosos de todas las obediencias han actuado con celo para ponernos en la picota (todo ello, largamente retransmitido por televisión), el debate se apoderó de la calle. Y como cada vez que esto ocurre, los matices son barridos por la furia y el exceso. De periodistas que pretenden descifrar los resortes del humor popular, rápidamente nos convertimos en “apostatas que insultan el Islam”. Teníamos que explicar que no habíamos inventado estas bromas, que no asumíamos su contenido, sino solamente las diez páginas de análisis que las acompañaban (y que nadie, desgraciadamente, leyó), que no pretendíamos obviamente insultar el Islam, ni ofender a nadie, y que si algunos se hubieran sentido ofendidos, les presentábamos nuestras más sinceras excusas… no ha servido de nada. Las amenazas de muerte se multiplicaban y la polémica de la calle se volvía cada vez más ridícula, cada vez más peligrosa e hinchada. El veredicto del 15 de enero -o al menos, su lectura política– ha “desinflado” la crisis dando motivos de satisfacción (parcial) a los razonables y a los que no lo son.

¿Es necesario recurrir? ¿Es necesario reactivar el proceso judicial, con todos los peligros colaterales que implica? Para el Poder, no seamos ingenuos, un veredicto más “clemente” sería imposible políticamente; y la inocencia, inaceptable. Pero sobre todo, ¿cuánto tiempo duraría aún el proceso de apelación? La polémica correría el riesgo de rebotar, el malentendido de profundizarse aún más, la crisis de hincharse de nuevo … ¿Quién sabe si algunos grupos extremistas no aprovecharían este plazo suplementario para explotar políticamente el asunto, derramando aún más aceite sobre el fuego? ¿Hasta dónde podría ir esta locura colectiva? Nos encontramos, en Nichane, ante este terrible dilema: renunciar a defender en apelación nuestra buena fe (de la cual seguimos convencidos) y en consecuencia sufrir en silencio las pesadas condenas pronunciadas en primera instancia… o ir a la apelación, a riesgo de ser la causa (involuntariamente, ¿pero qué cambiaría?) de una deflagración social que escaparía al control de todos. Cortamos: no recurriremos. No daremos una nueva oportunidad a la pasión de barrer a la razón. Nuestros derechos nos son caros, pero no más que la estabilidad de nuestro país. Porque nosotros vivimos, porque nosotros trabajamos, y porque seguiremos trabajando. En dos meses, por lo que se refiere a Nichane, puesto que la justicia, desgraciadamente, lo ha decidido así.
Muchas prácticas sociales “islámicamente incorrectas” existen, y seguirán existiendo. Y seguiremos informando de ellas, porque es nuestro oficio.
Guste o no.

Obviamente, se plantea una cuestión.

¿Cómo vamos a seguir trabajando? Muchos han interpretado nuestras excusas como una clase de arrepentimiento global en nuestra línea editorial -y en consecuencia como la promesa implícita de cambiarla. Una (nueva) aclaración se impone. Nuestras excusas iban dirigidas a los que se habían sentido ofendidos. Y eran sinceras, porque no queríamos, sinceramente, ofender a nadie; en última instancia, si hay algo que reconocer (lo hicimos ante el juez), es un error de apreciación. No pensábamos irritar a nadie, nos equivocamos. Pero toda la sociedad se sintió irritada por estas bromas, las más inofensivas, francamente, entre todas las que circulan. Hay, en primer lugar, una gran parte de la sociedad, no menos musulmana que la otra, que tiene una visión más liberal de la religión. Hay marroquíes, seguramente la gran mayoría, cuya fe es demasiado profunda para ser “sacudida” por simples bromas. Esta parte -no desdeñable- de la sociedad inventa y divulga estas mismas bromas, sin dejar de ser musulmana. Simplemente porque el humor siempre ha existido, siempre y sobre todos los temas, y que siguen siendo indispensables válvulas de descompresión del cuerpo social. Es precisamente lo que explicaba nuestro artículo. Pleito o no, veredicto severo o no, esta realidad social existe, y seguirá existiendo.

Muchas otras realidades sociales que no agradan a los islamistas existen, y seguirán existiendo. Y seguiremos informando de ellas, porque es nuestro oficio. Agrade o no. Seguiremos también, en nuestras crónicas y editoriales, defendiendo los valores de libertad, modernidad y apertura. Agrade o no. Cada uno defiende sus convicciones, y las convicciones de los unos contradicen las convicciones de los otros. Por ello funcionan las democracias, y no aceptar los debates es no aceptar la democracia. Los que no estén de acuerdo con nosotros que repliquen, por supuesto; eso forma parte del debate democrático. Pero que nos acusen de “atacar” o de “insultar” al Islam, cada vez que revelamos o que nos preguntamos sobre una práctica social que juzgan “islámicamente incorrecta” (pero que por ello no deja de existir), eso, eso no está incluido en la democracia. Eso está incluido en la presión política y del “takfirisme” desviado. Dicho de otro modo, en la amenaza, en el incentivo al odio, o incluso a peor. No lo aceptaremos nunca.

Nos queda dar las gracias calurosamente a todos los que, y son muy numerosos, en Marruecos y en el extranjero, en el mundo musulmán y en Occidente, nos comprendieron y defendieron: colegas, Instituciones y organizaciones profesionales, partidarios de los derechos humanos, intelectuales, políticos y, sobre todo, lectoras y lectores, por millares. Son nuestro capital más precioso. El equipo de Nichane les da cita el 17 de marzo – y hasta entonces. TelQuel le abrirá de sobra sus columnas. Sigan siendo fieles. Son nuestra razón existir, y es por ustedes por lo que nosotros continuaremos en la batalla.

Ahmed R. Benchemsi

Aunque la revista semanal, Nichane, tiene prohibida su publicación durante dos meses, mantiene su publicación on-line de la versión en francés, TelQuel. Hemos recogido la editorial en la que Ahmed R. Benchemsi reflexiona sobre lo ocurrido a sus periodistas y a la propia publicación.

Martes 23 de enero de 2007

Traducido por Victoria Cristina Millán López, para el Departamento África de la Fundación Sur.

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