Canarias, Marruecos y aguas…, por Rafael Muñoz Abad

12/07/2017 | Bitácora africana

A mediados de los setenta un aspirante a la hemofilia que sólo habría sido majestad al sur de Los Pirineos miró para otro lado y nos fuimos del Sahara a la española, con la cola entre las piernas. Casi medio siglo después, aún dicta la ONU, lupanar de moral variable donde los haya, que sigue siendo España la potencia administradora de la finca y como tal es responsable del proceso de descolonización que el mañoso vecino rifeño hábilmente ha sabido bloquear y hace bien velando por sus intereses. Subrayo la astucia diplomática de Rabat. A Marruecos nos une más de lo que nos separa y eso requiere de una diplomacia flexible pero no servicial como hasta ahora se ha venido haciendo y, es que exteriores parece postrado a las periódicas pataletas del vecino cuando a [este] algo le desagrada. Cuestiones capitales como son el control de la inmigración, inversiones, huerta y pesca y evidentemente el posicionamiento alauí como socio preferencial y aliado de la OTAN, le convierten en un alfil de extraordinario valor para el eje Washington-Paris en el Magreb. La segunda derivada es que ambos dan más importancia a sus relaciones con Marruecos que con España y eso nos deja ya amordazados cual actor secundario. Marruecos está envalentonado pues el inquilino republicano que sustituyó al bounty, como en los mentideros demócratas le llaman, Obama, white chocolate, era su candidato preferencial. Un cowboy iletrado que le apadrine como aliado y al que le importa un comino el tema del Sahara pues ni sabe dónde está. Rabat está lanzado y más allá de la ocupación ilegal de la ex colonia española, ahora ansía ejercer la soberanía marítima de unas aguas y su Zona económica exclusiva – ZEE – que la ley del mar y los convenios de Montego bay y sus ratificaciones, le niegan de la misma manera que desmontaron aquellas ilusas pretensiones del lastimero nacionalismo canario sobre el mar isleño. Cantatas del Mencey salado.

Le ley del mar es meridiana: toda masa continental tiene adheridas doscientas millas náuticas de ZEE donde ejercer sus derechos de explotación minera y pesquera. Marruecos no puede exigirlas por dos axiomas. La primera es que lesiona la ZEE española ejercida desde las Islas Canarias y la segunda es que la ZEE pertenece al Sahara, territorio ilegalmente ocupado. La solución se llama mediana, pero lógicamente Rabat no va a firmarla y la voluntad española ni está ni se le espera; es este un país cobarde y empitonado cuando de dar la cara se trata. Nuestra clase política que si bien se ha olvidado de la cuestión o lo desconoce, tiene claras instrucciones de París de no molestar con el tema y que la lima del tiempo desgaste voluntades y dé sepultura a las generaciones. ¿Cuánto tiempo puede vivir el pueblo saharaui en el exilio? Así se escribe la historia de España; como la de un mal zaguero de rugby; siempre patada a seguir y ya veremos qué pasa. Después tenemos la situación jurídica del archipiélago canario respecto al contencioso de las aguas. Un esperpento autonómico que si fuera un territorio de ultramar dotado de una fiscalidad alegre, otro gallo le cantaría y es que sólo España y su corsé fiscal herencia de Felipe II, no ve un paraíso fiscal donde holandeses o británicos, gente sin complejos, tendrían una máquina de hacer money. El tema en jerarquía jurídica está por encima del balar nacionalista que en esto nada pinta pues canarias no es un estado archipielagico si no de estado. Un estado archipielagico es por ejemplo Malta o Tonga. Una nación compuesta exclusivamente por islas a la que la ley también le confiere una ZEE de doscientas millas siempre y cuando no lesione los intereses de los estados colindantes. La realidad nos revela que las cortes internacionales están repletas de contenciosos por los lindes marítimos y que se ejerce una política de vista gorda y buena vecindad. También les diré que la pesca española es docta en violar caladeros y que sus pesqueros son habitualmente apresados pero ese es otro romance. En el caso que Canarias fuera un estado soberano tendría derecho a esas millas de ZEE que tendría que negociar con Marruecos puesto que ambos no pueden exigir su totalidad ya que las angosturas de la geografía no lo permiten. En otras palabras, España debe firmar una mediana con Marruecos que divida el océano; pero previo a eso, debe solucionarse el contencioso del Sahara. ¿Mi opinión? Moncloa y su títere mirarán para otro lado y Marruecos se saldrá con la suya y explotará los recursos marinos que legalmente no le pertenecen; ya lo hace con la bochornosa e irresponsable indolencia española. Una de las muchas consecuencias de ser un estado cobarde e incapaz de tomar sus propias decisiones sin consultar a otros. Y es que España dio la espalda a Africa hace ya mucho tiempo y cuando quieran les desmonto el eterno sueño de verano que es esa rotonda del blablabla llamada Canarias puerta de Africa; entelequias.

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Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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