Camino de África (II) Recorriendo Marruecos, Por José Eladio Santacara

14/05/2009 | Bitácora africana

Fes

Fes, en especial su medina, es otro Patrimonio Mundial de la Humanidad. Al meterme por la medina me voy haciendo un mapa pues son todo estrechas callejuelas caprichosamente trazadas con miles de pequeños comercios, algunos tan increíblemente pequeños que justo cabe el dueño. La medina, una de las mayores que existen, está situada en una pequeña colina rodeada por la parte nueva de la ciudad.

Rabat

La idea primitiva era ir hasta Marraquesh bordeando las montañas del Atlas, pero cambio de opinión y decido antes visitar Rabat y Casablanca.

Rabat es la capital política de Marruecos y se nota. Está bien cuidada, su centro tiene un aire muy Europeo, y malas lenguas dicen que hay mucha policía de paisano para expulsar a todo Marroquí considerado indeseable y así «limpiar» la ciudad. Voy al fastuoso mausoleo de Mohamed V, 1º monarca desde la independencia en 1956, y a su lado veo la majestuosa torre de Hassan, construida en el siglo XII por los almohades, y que pretendía ser la más alta y grande del Islám. Nunca se terminó y un gran terremoto ladañó, pero todavía con sus más de 50 m. de altura y sus bonitas filigranas hechas con ladrillo, resulta imponente.

«Tócala otra vez Sam»

El mismo 30 de Noviembre al atardecer salgo para Casablanca a donde llego de noche. Aparco en una zona azul (mañana es sábado), y al día siguiente a las 8,20 de la mañana oigo un ruido extraño afuera: me asomo por la ventanilla y me están poniendo el cepo!. Le digo que me voy enseguida y consiente en quitarlo, pero me he librado por poco. Casablanca está ya asociada de por vida a la famosa película cuando los Europeos, los Franceses en este caso, eran los dueños de casi toda el África Occidental. Sus paseos al lado del mar son encantadores, y difícilmente pudo encontrar Hassan I un lugar más a propósito para construir la monumental mezquita, una de las mayores del Islam, que por otra parte parece un insulto a las humildes casas que tiene a su lado.

Marraquesh

Llego al atardecer, aparco al lado de las murallas de la medina, y sin pensármelo 2 veces me encamino hacia el lugar mágico de esta ciudad: la plaza Jemaa-el-Fna.

Fundada por los almorávides, a sido conquistada y destruida varias veces pero siempre ha renacido incluso más esplendorosa, siendo su trazado medieval un bello ejemplo de la arquitectura de la época. La medina es muy grande, pero en este caso hay grandes calles que la cruzan y agilizan el tráfico. Me cuesta un rato llegar a la plaza, y al .entrar en ella me quedo asombrado de sus dimensiones. No es una plaza al uso con sus lados delimitados, y escomo si no respondiese a ningún trazado prefijado de antemano. Por sus dimensiones tal vez se podría comparar con la plaza de Isfahan, pero lo que la a hecho famosa es el mundo que habita dentro de ella lleno de vitalidad y de vida; cuenta cuentos, curanderos, músicos, encantadores de serpientes, charlatanes, puestos callejeros de comida, vendedores de no se sabe qué etc. Ya es de noche y cada vez se ve más animación; la plaza está llena de lámparas de gas alrededor de las cuales se apiña la gente con caras unas veces de asombro, otras de incredulidad pero siempre atentos. La noche ayuda a incrementar ese mundo mágico al que la gente acude para soñar unas horas. Y a mí también me llega la hora de despertar: no he tomado referencias, me pierdo y al final decido tomar un taxi con el que a duras penas consigo llegar hasta donde está Ibiletxe. Al díasiguiente entro con Ibiletxe en la medina, y aparco al lado de la Koutoubia. Esta, emblema de la ciudad, junto con la torre Hassan y la Giralda de Sevilla son los 3 grandes minaretes construidos por los almohades a finales del siglo XII. Las 3 nacieron musulmanas pero en menos de 50 años la Giralda fue obligada a cambiar al bando cristiano. Voy otra vez a la plaza, y ahora durante el día son los músicos y los encantadores de serpientes los que más abundan. Pero la palabra, sobre todo por las noches, es la gran protagonista de la plaza, tanto en bereber como en Dariya, y me tengo que conformar con ver las ensoñadoras expresiones de los cuenta cuentos y de los espectadores.

Azt-Ben-Haddou

Decido ir hasta el inicio del desierto en Zagora, después daré marcha atrás hasta Ouarzazate, y de alli a Agadir en lacosta. Pero antes está este pueblo bereber, que junto con Fes y Marrakesh es también Patrimonio de la Humanidad.

Y en verdad que se lo merece: las poblaciones bereberes de la zona poseen un conjunto de edificaciones fortificadas llamadas Ksar, para guardar los alimentos o refugiarse en caso de peligro. El de Azt-Ben-Haddou ha sido muy bien restaurado, y con sus torres y almenas de adobe parece una ciudad medieval en miniatura. Está atardeciendo, y los últimos rayos del sol iluminando la muralla aún realzan más su belleza.

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

Más artículos de Santacara, José Eladio