Cabilia: la Blanca Nieves de Djurdjura

14/06/2010 | Crónicas y reportajes

Había una vez, en un pueblo de las montañas “kabiles”, con costumbres tan rudas como los días de la vida, una joven chica llamada Kabylia. Era tan bella e inteligente que suscitaba la codicia de todos los chicos en edad de casarse. Muchos de esos pretendientes que fantaseaban, en algunos casos secretamente, y soñaban con acostarse con Kabylia en su cama, no tenía como sostener sus pretensiones. Los ricos no eran inteligentes, los inteligentes no tenían con qué pagar la fiesta y aquellos que reunían la riqueza y la inteligencia eran de una fealdad repugnante.

El menos digno de ella pensaba hacerle un servicio casándose con ella. Todos se preguntaban qué huérfana de madre no querría ser liberada de su madrastra, pero ninguno había tenido la idea de proponerse seducirla antes de ir a pedir su mano. En efecto, al principio, la madrastra Argelia no era amable con su hijastra pero hoy que ella era una adolescente robusta y protegida por sus hermanos, influyentes ante el padre, respetados y temidos por su esposo, Kabylia no estaba en la urgencia de ser liberada de la tiranía. Había incluso gente que decía que Argelia y Kabylia se amaban como madre e hija.

Personalmente, creo que esas lenguas exageran haciendo pasar la cohabitación forzosa, aunque tranquila, de dos mujeres por una coexistencia pacífica y consentida. Los rumores persisten en señalar que las semi-hermanas están mejor vestidas y más mimadas que su hermana mayor, pero cuando un curioso busca la verdad, descubre que la madrastra de Kabylia tiraniza igualmente a sus propias hijas.

Si toda la casa se hubiera aliado contra la malvada Argelia, todos y todas habrían encontrado la paz y la felicidad pero la bestia tenía réplica. Ella llegaba siempre a desbaratar las alianzas desfavorables a su poder intrigando y poniendo a los miembros de la familia los unos contra los otros.

El primero que quiso arrancar a Kabylia de su madrastra se llamaba Hocine. Tenía sobrevalorada su fuerza. Con la ayuda de algunos amigos, intentó raptarla pero sus hermanos, vigilantes, se lo impidieron cuando supieron que quería ofrecer como sirviente a su primera esposa extranjera. Desde entonces Hocine no ha vuelto a poner un pie sobre el pueblo. Cuando recibe las noticias de esa que él llamaba su gran amor, es más para alegrarse de saberla sola y desgraciada.

El segundo pretendiente se llamaba Saïd. Este tipo tenía todas las cualidades. Era médico psiquiatra, situación que hubiera podido ayudar a Kabylia a curar las heridas de su infancia y muchas veces había manifestado un coraje admirable frente a los detractores de la huérfana. Con él rozamos la mesa de couscous pero acabamos quedándonos con hambre. El doctor, en lugar de dirigirse a la bella para seducirla y arrancarle un sí delante del alcalde, quiso corromper a la madrastra a fin de que ella le diera, como lo permite la religión, a Kabylia y a todas sus otras hijas. A esta hora él debe arrepentirse de haber sido demasiado goloso.

El tercer pretendiente se llamaba Bélaïd. Inteligente pero ardiente. Al principio, cuando le hacía la corte a Kabylia, teníamos la esperanza de que ella aceptara casarse con él. Sus amigos decían por todas partes que él no tenía otra ambición que hacer feliz a su futura esposa pero todo el mundo se dio cuenta rápidamente de que él tenía otros objetivos no confesados. Al igual que los pretendientes precedentes, él no podía imaginar ser feliz con Kabylia sin sus hermanas. ¡Ah! Ese maldito deseo de la poligamia vinculado a los pretendientes de la pobre huérfana.

El último pretendiente se llama Ferhat. Tras haber sido rechazado por las otras hijas de Argelia, acabó por conformarse con Kabylia. Decidió no hacer como los otros. En lugar de dirigirse educadamente a la familia, eligió ponerla sobre el hecho realizado. Reunió algunos invitados, seleccionó algunos testigos entre ellos, fabricó un acta de matrimonio falso y vino a reclamar a su esposa. La familia de la casada así como todo el pueblo estaban estupefactos. ¿Qué comportamiento es ese? Sin pedida de mano, sin dote, sin que nadie haya comido el couscous y sin la opinión de Kabylia, él se erigió como legítimo esposo. Según las últimas noticias, todo el mundo se burla de él ¡y le toma por un loco!

Un día, seguro, Kabylia vivirá una bonita historia de amor, lejos de su madrastra, con un príncipe encantador que la querrá, la protegerá y la hará feliz. Como la blanca nieve de Djurdjura, ella se derretirá de placer en los brazos de la felicidad. Es cuestión de tiempo, el país acabará por alumbrar a un pretendiente que no sea un patán. Mientras tanto Kabylia llora la muerte de su madre Tamazgha y su mala suerte…


Le passager

Publicado en Kabyles.net, Argelia, el 5 de junio de 2010.

Traducido por Ana Dols para Fundación Sur

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