Cabezonería sobre la deuda africana

23/07/2008 | Opinión

ACCRA, Ghana — En medio de la reunión del G8 en Japón hace unas semanas, los activistas de diferentes organizaciones han estado trabajando para asegurar que los temas que ellos defienden estén en la agenda. Mientras la agenda cambia cada año, un tema se ha convertido en básico: el alivio de la deuda externa. El hecho es que este tema surge repetidamente como una herramienta bien intencionada de desarrollo.

En vez de promover la condonación de la deuda año tras año, ha llegado el momento de lanzar soluciones más sensatas y sostenibles. Los ministros de economía del G8 han establecido muchas veces admirables medidas que les comprometen en el desarrollo de los países africanos y afirman la importancia de la “buena gobernabilidad financiera, incluyendo disciplina fiscal a largo plazo”.

Si las economías africanas quieren preservar el crecimiento y sacar a millones de personas de la pobreza, como han hecho India y China, deberán tener en cuenta la disciplina fiscal y la transparencia financiera.

Durante demasiado tiempo, los ciudadanos africanos han luchado por salir adelante en medio de la escasa gobernabilidad, la corrupción y la falta de libertad económica. El G8 perpetuará estas prácticas con su bien intencionada política de condonación de deuda. Más del 90% de la deuda externa de países altamente endeudados surge de créditos oficiales de acreedores como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La mayoría de esa deuda ha sido perdonada y pagada por los contribuyentes occidentales. Pero, a pesar de los cientos de miles de millones de dólares cancelados y la ayuda de los donantes, los líderes y estrellas todavía demandan mas ayuda para proveer a los africanos de los servicios básicos. En 2005, el G8 defendía la condonación de la deuda y prometía incrementar la ayuda extranjera.

Es cierto que hay algunos casos en los que la deuda debe perdonarse. Como por ejemplo la acumulada por líderes indeseables, como el antiguo presidente del Zaire Joseph Mobutu, que no debe porque condenar a la población actual de la República Democrática del Congo.

Mucha de la deuda acumulada bajo el caos económico del presidente de Zambia Kenneth Kaunda ha sido perdonada en los programas para los países pobres altamente endeudados (HIPC) del Banco Mundial y FMI. Las condonaciones están siendo utilizadas para programas de salud, entre otras cosas. Pero habrá que tener mucha precaución con los ejercicios de condonación de deuda, para que no premien a los líderes corruptos y perpetúen políticas económicas fallidas.

El G8 utiliza la condonación de la deuda para acabar con “litigios agresivos” contra los países pobres altamente endeudados (HIPC). Los litigios surgen cuando los inversores que han abandonado su esperanza de recuperar las deudas venden sus deudas “con descuentos” en mercados secundarios. Los inversores de mercados secundarios usan el sistema judicial para recuperar de los estados lo que se les debe. Despreciativamente llamados “fondos buitre” estos actores juegan un rol muy importante en las finanzas internacionales.

Tomemos el ejemplo de la República del Congo, un país con grandes recursos dirigido por el extraordinariamente corrupto Denis Sassou-Nguesso. Cada año, Congo (distinguir de su vecino la Republica Democrática del Congo) gana casi 6.000 millones de dólares de reservas de petróleo, pero poco ven los ciudadanos. Según el PNUD, el índice de desarrollo humano del Congo (que tiene en cuenta factores como la esperanza de vida, salud, educación etc.) ocupa el numero 139 sobre 177 países.

En los últimos 20 años, mientras la calidad de vida de la mayoría de la gente de todo el mundo, particularmente en el Sur de Asia, mejoraba, en el Congo empeoraba. La corrupción de las élites gobernantes es parte del problema. Facturas de tarjetas de crédito demuestran que el hijo del gobernante del Congo, Denis Christel Sassou-Nguesso, se gastó más de 200.000 dólares en artículos de lujo en excursiones de compras en París y otros destinos. Cuando la delegación del presidente visitó Nueva York para una cumbre de la ONU, pagaron 300.000 dólares casi todo en efectivo. Aun así, Sassou-Nguesso apeló a la pobreza y rehuyó pagar las deudas de su país cuando se fueron asumidas por el fondo de inversión libre Elliot Associates.

Después de investigar durante años las actuaciones del Congo, Elliot Associates sacó a la luz la rampante corrupción y mala administración en el Congo y finalmente llegó a un acuerdo.

Parece que el G8 y EEUU quieren declarar ilegales estas prácticas de muchos líderes corruptos que han llevado a África al desgobierno. Si el G8 realmente quiere ayudar a África, debería trabajar para construir sistemas financieros saneados y asegurarse de que la élite gobernante sea responsable de las deudas en las que incurre. Esperar menos responsabilidad de los líderes africanos es hacerle un flaco favor a África.
Además, es traicionar a los africanos que, como yo, están intentando construir sociedades y economías enmarcadas en el imperio de la ley, la responsabilidad individual, los derechos, el comercio libre y la empresa privada. Hasta que el G8 no haga a los gobiernos y elites responsables de sus malas decisiones, no habrá incentivos para mejorar políticas y tomar buenas decisiones financieras.

Sin estas reformas y transparencia por parte de los verdaderos “buitres” (las élites en el poder) los ciudadanos africanos seguirán siendo pobres y permanecerán aislados de la economía global sin esperanza de un futuro mejor.

Franklin Cudjoe

Especial para el Japan Times

Franklin Cudjoe es editor de www.AfricanLiberty.org y director ejecutivo de IMANI Center for Policy and Education, un think tank en Accra, Ghana.
E-mail: franklin.cudjoe@gmail.com.

Artículo sacado de africanliberty.org, el 8 de julio de 2008.

Traducido por Arantxa Freire, para el Departamento África, de la Fundación Sur.

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