Algunas de las consecuencias más dramáticas del imperio del sistema capitalista neoliberal, que es injusto e inhumano en su misma raíz, además del empobrecimiento de la mayor parte de la sociedad en todos los continentes, particularmente África, es la marginación necia y egoísta de la mujer en la gestión del poder y recursos, y la destrucción sistemática de nuestra casa común: el planeta tierra.
Por tanto la integración trasversal de las diferentes dimensiones de la justicia social, debe buscar siempre la integración de estas tres dimensiones fundamentales de la justicia, como son: la justicia político-económica, la justicia de género y la justicia ecológica.
Si observamos la realidad de los pueblos más empobrecidos del África negra, constatamos que aunque viven en tierras con inmensos recursos naturales, sufren la expropiación de sus propios recursos por los poderosos regionales y del extranjeros, padecen la marginación de la mujer en los ámbitos de la familia, educación, reconciliación y participación en la vida social, y además heredan un medio ambiente destruido y contaminado por las multinacionales.
Injusticias de género: El 99% de las tierras cultivadas del planeta pertenecen a hombres, mientras que las mujeres producen el 70% de los alimentos básicos. El 84% de los parlamentarios del mundo son hombres. 700 millones de mujeres de todo el mundo se han casado con menos de 18 años. En la UE, entre el 40 y el 50% de las mujeres ha sufrido acoso sexual en el lugar de trabajo. La perspectiva de género debe ser integrada con urgencia en todos los ámbitos del saber y de toda actividad, particularmente en África.
La Iglesia católica y otras instituciones religiosas también ha discriminado y violentado a las mujeres, asumiendo el discurso patriarcal dominante que reclamaba ya en tiempos de Aristóteles su inferioridad, traicionando así su propia tradición donde se afirma con contundencia que “todos somos iguales, hermanos y hermanas en Cristo”. (Gal.3,28).
Debido a una interpretación inadecuada de la Biblia y a una praxis desde el poder patriarcal, nos hemos alejado de la Comunidad-Familia que promovió el mismo Jesús en su Evangelio y comportamiento.
Injusticias político-económicas: Los recientes acuerdos económicos firmados entre la UE y los diferentes países de África del Este, son una muestra más del cruel control que ejercen los grandes imperios capitalistas sobre las poblaciones de África, para acaparar los abundantes recursos naturales y minerales de estos países africanos.
Este acuerdo de EPA (Acuerdo de Cooperación Económica) ya ha sido firmado por Kenia y Ruanda. Uganda junto con Burundi, está a punto de firmarlo. Tanzania es el único país que sigue negándose a firmar dicho acuerdo, por los escasos beneficios que aportaría a sus pueblos.
Los gobiernos de África occidental están más unidos y avanzados en presentar una política común, negándose a firmar dichos acuerdos por beneficiar sobre todo al lado poderoso.
Los mercados de Uganda por ejemplo, siguen saturados de productos (leche, azúcar, te, café, queso, etc.) importados de la UE y de Suráfrica, a precio subvencionado, y esto deja a los excelentes productos locales, fuera del mercado.
Las empresas indias, como: Madvani ,(de té y azúcar) y Mukwano ( aceite, te, café), no solamente están acaparando tierras de pequeños agricultores y dejándolos fuera del mercado, en las regiones de Jinja y Fort Portal, sino que además destruyen selvas bien conocidas como “Mabira Forest”, para aumentar su terreno de producción.
En realidad las diferentes dimensiones de la justicia social: justicia político-económica, justicia de género y justicia ecológica, van siempre interrelacionadas y deben ser integradas.
Mantenerlas siempre presentes en nuestra forma de pensar y de actuar, es una prioridad fundamental en cualquier gestión social que busque el bien común.
