Burkina Faso: Periodista, una profesión de riesgo, por Antonio Molina

13/02/2012 | Bitácora africana

El continente africano sale a menudo mal parado en los análisis del estado de la libertad de prensa. Una de esas radiografías sobre la salud de la información es el informe que realiza cada año la ONG ‘Reporteros sin Fronteras’.
En el último estudio, publicado en octubre de 2011, la mitad de los países africanos (27) están en la cola después del puesto 100.
Cinco de ellos ocupan puestos de cola, entre los últimos 15 lugares. Eritrea lleva el farolillo rojo, en un total de 178 países referenciados. Para no terminar sobre una nota pesimista, no es costumbre nuestra, diremos que 29 países han mejorado su puesto en la clasificación. También constatamos que la región del mundo donde la libertad de prensa anda más amordazada es el Cuerno de África.

ERITREA, EL FAROLILLO ROJO

Ocupa por quinto año consecutivo el puesto 178. Su capital Asmara bate un record poco envidiable. Al menos 30 periodistas y 4 colaboradores de los medios de comunicación se encuentran encarcelados en condiciones extremas de aislamiento, sin derecho a un proceso judicial y sin poder recibir visitas, de modo que nadie sabe como aguantan las penalidades y torturas de su prisión.
Los periodistas y la prensa extranjera no son bienvenidos a Eritrea, que ejerce una censura absoluta. El director del periódico estatal, que es el único órgano de información tolerado, da a elegir a sus redactores entre seguir al pie de la letra las directrices del ministro de la Información o intentar exilarse.


SUDAN del NORTE

Este país, después de su división, ha caído 24 lugares, estando ahora en el puesto 172. Es el país africano donde la libertad de prensa ha empeorado más en los dos últimos años. Hecho que ha influenciado en esta descalificación: El cierre del periódico de la oposición RAI-al-SHAAB y el encarcelamiento de cinco de sus redactores. También ha vuelto la censura previa estatal, que impide cubrir de manera objetiva e independiente los acontecimientos clave, como fue la celebración de la independencia del Sudán Meridional, el9 de julio del año pasado.

RUANDA

También el país del presidente Paul Kagame ha descendido 12 puestos, colocándose ahora en el 169 mundial, que corresponde al tercer puesto por la cola de los países africanos. El cierre de publicaciones independientes importantes, el clima de terror que marcó las elecciones presidenciales en agosto de 2010 y el homicidio del subdirector del diario UMUVUGIZI, Jean-Leonard Rugambage, en la capital, Kigali, fueron los motivos de este descenso. Los periodistas huyen de Ruanda por causa de la represión, pero los tentáculos del pulpo de Kagame pretenden asfixiarlos, aunque vivan en el exilio.

LA PROTECCIÓN DE LOS PERIODISTAS

“Para ser propietario de un medio de comunicación, pero sobre todo para ser periodista en África, existen desvías: Limitarse a contar los hechos, lo que en la mayor parte de los casos no conlleva riesgo, o expresar las aspiraciones de la sociedad en la que vive el informador. En este caso, la pluma, el micrófono o la cámara son analíticos y críticos.” Así piensa el burkinés Chériff Sy, director del semanario BENDRE, que experimentó en su propia carne, que el periodismo es una profesión de riesgo, un peligro que no se puede medir, porque depende de la irritabilidad de quienes ostentan el poder político. Por eso opina que la protección de los profesionales de la información depende de la sociedad civil en su conjunto, si en ese país reina el estado de derecho y no la tiranía.

“En los países africanos, cuando un periodista hace bien su trabajo, lo hace por la sociedad, por los partidos políticos que no tienen medios para difundir sus ideas, por las organizaciones defensoras de los derechos humanos y civiles.”
En calidad de beneficiarios los ciudadanos deben unirse y constituir un contrapeso del poder, para conseguir que el gobierno deje a los periodistas ejercer su derecho a la libertad de expresión y a la objetividad informativa.

Para lograr este objetivo deben mejorar las leyes en materia de prensa, textos legales que protejan a los periodistas y facilitan el acceso a la información. Por otro lado cada periodista debe de gozar de un mínimo de seguridad, su acreditación debería ser un documento suficiente para ser respetado por las fuerzas del orden. En ciertos momentos y lugares, si su presencia no es necesaria, el periodista no debe exponerse temerariamente participando en disturbios. Esto resulta más difícil a los cámaras de la TV, pero hoy los medios técnicos permiten filmar a una distancia prudente.

DEJAD QUE EL PÚBLICO JUZGUE A LOS PERIODISTAS

En la década de los 90, con el boom de la prensa, se infiltraron en los medios personas sin profesionalidad, que han perjudicado mucho a la honorabilidad de quienes ejercen la información por vocación. Pero no corresponde al poder declarar si uno es buen periodista o no, es el público en última instancia quien juzga. Muchos periódicos han desaparecido, no sólo debido a dificultades económicas, sino porque sus directores y redactores no eran verdaderos profesionales. De ahí que la gente dejara de comprar su periódico. Fueron eliminados por la ley del mercado: Su producto no era del gusto del público.
Hay que tener en cuenta, que bastantes países carecían de Escuelas de Periodismo, aunque unos buenos estudios universitarios, coronados con una licenciatura en las ramas literarias, ya es buena base para ser periodista.

CONCLUSIÓN

Terminamos hoy con estas consideraciones generales, prometiendo a nuestros lectores darles a conocer algún periodista “5 estrellas” de la Prensa Africana.

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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