Buganda: Cómo Museveni cayó en su propia trampa

10/10/2009 | Opinión

La experiencia constitucional, casi acabada, de Uganda continúa. Los más de 800 jóvenes arrestados a principios de septiembre por disturbios, continúan detenidos o en libertad bajo fianza.

En un comunicado criticado tanto por la Sociedad de Leyes de Uganda como por uno de los jueces de más prestigio del país, el Presidente Yoweri Museveni ha insistido en que “el sospechoso derecho constitucional de la fianza” será anulado.

Mientras tanto las fuerzas de seguridad continúan persiguiendo líderes civiles y acusándolos de graves ofensas. Llegados a este punto nos planteamos cuantos medios de comunicación han sufrido medidas represivas en la historia regional y la respuesta es la siguiente: cuatro de las cinco estaciones de radio que transmiten en Luganda (segundo idioma más hablado en Uganda después del inglés) fueron suspendidas durante las revueltas y continúan sin emitir, así como el popular programa “down hall” formato debate, que colaboraba con ellas los fines de semana. Muchos periodistas continúan asediados a lo largo del territorio.

Voces del partido gobernante, persisten en buscar las palabras que puedan calmar la sensación de crisis del país y tratan de difuminar la apariencia de ilegitimidad, en los altercados que se han producido.

Desde cierto punto de vista, es una reacción comprensible dada por un régimen que ve que los medios de comunicación occidentales, que una vez estuvieron totalmente entusiasmados con el régimen, ahora utilizan palabras como “autocracia” o “corrupción” para describir su modo de gobierno. Esta situación choca con lo vivido en el pasado, cuando el gobierno de Museveni hizo enormes esfuerzos para atender las benevolencias de Occidente.

Mientras tanto, cabe la posibilidad de que se registre otra queja relacionada con Uganda-Buganda en el transcurso de esta semana.

El 8 de octubre de 1962 fue declarada la independencia de Buganda del estado Británico, solo un día antes del resto del país. El reino de Buganda intenta mantener la celebración de este día en su distrito noroccidental del Mubende donde gobierna Kabaka1.

Como si lo leyéramos de un guión bien ensayado, un caballero con el nombre de Francis Museveni Muntu ha aparecido para reclamar su derecho, ya que dice ser él un líder tradicional no reconocido del área.

En un discurso muy similar al que condujo a los predisturbios de la confrontación entre Uganda-Buganda, Muntu ha exigido su reconocimiento como Rey en Buganda, antes de que Kabaka (el rey actual) pueda continuar ejerciendo su derecho.

A esta circunstancia hay que añadir que los dos parlamentarios del área – ambos en el partido gobernante- han puesto distancia con el nuevo rey.

Y como gran desafío para esta situación de control ya deteriorada, el NMR [Movimiento de Resistencia Nacional, partido de Museveni] ha planteado el debate de redefinir cómo las normas tradicionales deben influir en la política, incluso platea la deposición de algún que otro rey problemático, o la rotunda re-abolición de las instituciones monárquicas al estilo de 1967, cuando fue abolida la monarquía de Buganda, por parte del gobierno de Uganda y posteriormente restaurada en 1993. El problema que plantea la primera opción, es que exime de carga política a los líderes tradicionales, que están acostumbrados a ser cortejados por políticos de ambos lados.

En el momento más álgido de los disturbios, el presidente Museveni salio a la palestra y con aspecto frustrado declaro que había estado intentando localizar en vano a Kabaka (Rey) de Buganda por vía telefónica durante dos años. Antes de los disturbios de septiembre.

Además, lo que le ocurrió al UPC de Obote, [el Congreso del Pueblo de Uganda, el partido de Milton Obote] después de la abolición de 1967, ahora es algo bien conocido y documentado.

La propuesta más significativa que plantea el NRM se refiere a la puesta en marcha de un acuerdo a nivel regional.

Esta es la situación constitucional que surgió en 2006, como alternativa a la declaración de un estado federal que defina los distritos que pudieran optar a ser parte del área del reino de Buganda, siempre teniendo la posibilidad de decidir en cualquier momento si formar parte de él o no.

La semana siguiente este proyecto de ley fue transformado en ley, pero el parlamento de Buganda (o Lokuiiko) aprobó una resolución rechazando dicho estado federal, en el que explicaba con gran detalle el porqué del rechazo a la resolución.

Lo que sucede en estos momentos es que estas regiones, irónicamente, podrían ayudar al país a posponer otro punto de inflamación que ya se encontraba en marcha.

Esta propuesta de ley ya presentada por el gobierno central, para poder tomar el control de la ciudad de Kampala y así continuar extendiendo sus fronteras. Puesto que Kampala no es considerada parte de Buganda a través de una artimaña constitucional sucedida en 1995, su situación se encuentra todavía en un punto delicado con respecto a los límites del gobierno. De acuerdo con las realidades geográficas, esta cláusula se traduce en que la ciudad se encuentra rodeada por ambas partes por la región definida como Buganda y por lo tanto tomar más terrero para Kampala significa tomar terreno de Buganda.

Este problema ha desembocado en una especie de “guerra de palabras” enviadas a través de cartas por parte del máximo responsable legal del gobierno central, moderado por el primer ministro, habiendo llegado a un punto bastante delicado al respecto.

El ministro del gobierno local- que fue vice fiscal general- ha expresado que cualquier tipo de invasión -refiriéndose a las fronteras definidas constitucionalmente- requiere una enmienda constitucional aprobada por los dos tercios de la mayoría parlamentaria. El actual Fiscal General se ha mostrado en desacuerdo argumentando que esto es un mero “cambio de fronteras” que debe ser aprobado por una simple mayoría parlamentaria.

Tratándose de Uganda, una u otra posición probablemente termine siendo llevada ante la Corte Constitucional.

El gobierno, de esta manera se ha arriesgado a iniciar un debate constitucional que puede tirar por tierra sus leyes regionales, a pesar de que en otro momento ha tenido la oportunidad de implementarlas. El único modo de evitar esta circunstancia por parte del Gobierno, seria abandonando las intenciones que tiene sobre la Capital.

Esto podría ser uno de los pocos ejemplos de cómo un partido político puede caer en su propia trampa.

La otra propuesta definida del NRM es volver a llevar al parlamento la propuesta de ley referida a la tierra para una segunda lectura y así iniciar completamente el proceso por el cual sea transformada en ley.

Sin embargo, el tema de la ocupación y propiedad de la tierra viene siendo una de las causas originales de la disputa de 15 años entre Uganda-Buganda, desde el principio y es difícil ver hasta qué punto, incluso los parlamentarios del NRM, estarían dispuestos a mantenerse firmes en su postura, ante las próximas elecciones generales que tendrán lugar en 16 meses.

La persistencia respecto a este nacionalismo étnico es tal que ha llegado a alcanzar su record, siendo tratada por todos los gobiernos que han tomando el poder en Uganda.

Todos los documentos claves constitucional que se han establecido, como los tratados de 1890 y 1985 con Kabaka Mwanga; el acuerdo de 1900 establecido con los regentes que depusieron a Mwanga; el de 1955 que redefinió las relaciones coloniales y el del 1962 que estableció la constitución independiente, fueron permitidos bajo la condición del reconocimiento del gobierno independiente de Buganda. Incluso la primera constitución de Milton Obote, surgida después de la crisis de 1966 también mantenía el reconocimiento de las unidades federales de Uganda entre las que se incluye Buganda.

Fue a partir de la constitución republicana de 1967- que abolió los gobiernos nativos – que apareció la negativa a esta tendencia constitucional.

Fue esta prohibición nacionalista fue la que impulsó el reclutamiento y las herramientas de movilización por parte del NRM en la guerra de guerrillas, ya que el NRM fue en un principio una alianza entre el ejercito de la resistencia popular de Yoweri Museveni y el grupo rebelde federalista del depuesto presidente Yusuf Lule (Uganda Freedom Fighters) que sustituyó a Idi Amin.

El 9 de octubre de 1962 es el día en que Uganda obtuvo la independencia, pero el 9 de octubre de 1879 es el día en que murió Kabaka Muteesa I, el último rey que gobernó Bunganda cuando era una nación realmente independiente.

La próxima semana veremos si la celebración del día de la independencia de Uganda sucede simultáneamente al regocijo macabro de la celebración de la muerte de un verdadero autogobierno africano, o es la conmemoración de la existencia de uno de sus simbólicos iconos.

KALUNDI SERUMAGA

Publicado en The East African, Kenia, el 5 de octubre de 2009.

Traducido por Marta García Cruz, para Fundación Sur.

(1) Kabaka: es el título del rey del Reino de Buganda. De acuerdo con las tradiciones de Baganda, son gobernados por dos reyes, uno espiritual y otro material. El Rey Kabaka que gobernará, es elegido de forma tradicional entre los 65 clanes que conforman el estado.

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