Boicoteo a la Humanidad y las raices de esta destrucción. Ha llegado el momento de Los Pueblos

8/09/2017 | Editorial

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Cuando Federico Mayor Zaragoza, presidía la UNESCO, además de crear la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCM), escribió un ensayo, titulado: “Mañana siempre es tarde”. Reclamaba un análisis riguroso de la pérdida de calidad de habitabilidad humana y natural de la Tierra.

Entre los muchos comportamientos humanos, científicos, políticos y económicos, que boicotean, marginan y destruyen la habitabilidad de la tierra, como son: el tráfico de armas, de drogas, la trata de personas, el acaparamiento de tierras y recursos, el rechazo de los refugiados, las emisiones excesivas del CO2, la corrupción de los poderosos, la gobernanza irresponsable, encontramos estos años el aumento de grupos fundamentalistas armados, como los yihadistas y otros, que pululan por todo el globo, masacrando vidas humanas inocentes y destruyen al mismo tiempo la habitabilidad de las naciones.

Los recientes zarpazos sangrientos de algunos grupos yihadistas fanáticos en Barcelona y otras ciudades europeas, africanas y globales, nos despiertan a una nueva crueldad de destrucción y odio hacia personas diferentes, y hacia el planeta.

Después de los atentados se analizan los ataques desde el punto de vista policial y de seguridad ciudadana y solo se habla de un tipo de terrorismo internacional: el causado por los grupos yihadistas o radicalizados.

Este análisis parece ser muy limitado, parcial y politizado. ¿Quién analiza las causas humanas, sociales, económicas, políticas, religiosas de tanta violencia y corrupción en nuestras familias, pueblos, partidos políticos, empresarios, bancos y gobiernos?

Constatamos una gran dosis de complicidad, e incluso de comportamiento hipócrita, en muchos políticos, gobernantes, empresarios y poderosos del mundo, cuando hablan de derechos humanos y respeto a todas las personas, y al mismo tiempo siguen favoreciendo el tráfico de armas, explotando los recursos naturales y minerales de los pueblos africanos, aun con grupos armados, acaparando riquezas sin límites a costa de los empobrecidos, la trata de personas vulnerables y levantando muros a los refugiados que buscan poder vivir con dignidad.

Luego, para lavar la imagen, lanzamos las campanas al vuelo cuando concedemos algunas “ayudas, limosnas, y donaciones”, a través de nuestras fundaciones y proyectos, y lo llaman: «ayuda al desarrollo.»

La Biblia nos recuerda con frecuencia que Dios no quiere tales ofrendas, sacrificios y limosnas, sino justicia social, solidaridad real y sin tratar a los demás como quisiéramos que nos tratasen a nosotros.

Los comportamientos humanos, sean de carácter étnico, cultural, político o religioso, cuando son radicalizados y violentos, causan exclusión, división y muerte de personas, aun de una misma familia, región, país y edad.

Estas mismas dimensiones y valores pueden favorecer integración, enriquecimiento cultural y bienestar, cuando son bien asimilados y compartidos en respeto mutuo y buscando el bien común.

Mencionaré tres, entre las causas que considero fundamentales y a la raíz de estos comportamientos que boicotean y destruyen la habitabilidad y convivencia en nuestro Planeta.

La primera es: el deseo desenfrenado de poder y de acaparamiento de recursos.

Todos buscamos y trabajamos para un desarrollo integral y una vida más digna de los pueblos. La ambición de poder y de acaparamiento de recursos, a cualquier precio y por todos los medios, es quizás la raíz más profunda de tanto empobrecimiento, violencia, sufrimiento y muerte de millones de personas vulnerables y descartadas.

La segunda es: el individualismo exagerado que se olvida de la solidaridad con los demás.

Pensar que una persona puede ser feliz por si sola es irreal e imposible, porque somos seres sociales. Imaginar que los bienes, por si solo pueden hacerme feliz es falso y estresante. La autonomía responsable de cada persona va siempre unida y entrelazada con la solidaridad con los demás. No seré feliz si no me cuido las personas que viven a mi lado y de las más necesitadas. Nos necesitamos todos. Toda autonomía, personal y social deben ir unida a una real solidaridad con los demás, sin excluir a nadie.

La tercera es: la pobre calidad de la educación humana, académica, social y espiritual.

Todas las personas, sobre todo los jóvenes, necesitamos una educación integral y holística que promueva el desarrollo armonioso de todas las facultades y dimensiones de cada ser humano, como son: la dimensión humana, social, académica, emocional, y espiritual. Limitar o mutilar cualquier dimensión fundamental del ser humano, por motivos radicalizados fomentan actitudes y comportamientos fundamentalistas que causan división, exclusión y violencia hacia las personas y el mismo planeta.

Ha llegado el momento de los pueblos en África, Europa, América, Asia y Oceanía. Si algún gobernante, institución o empresa quiere boicotear la Humanidad y el Planeta, los pueblos debemos denunciar dichos comportamientos destructivos. aislar empresas explotadoras, y fomentar juntos comportamientos, líderes y cooperativas, centradas en el desarrollo integral y sostenible de cada ser humano, de todos los pueblos y del mismo planeta o casa común.

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