Bocadillos envueltos de injusticia, para África y los empobrecidos.

10/10/2016 | Editorial

Los comedores sociales, como todas las ayudas que prestamos, tanto en África como en Europa, manifiestan una gran solidaridad y al mismo tiempo delatan una grave injusticia.

El comedor de Ma. Inmaculada en Madrid, acaba de celebrar el primer centenario de su existencia. Alimenta a unas 500 personas al día, procedentes de 86 países, con el 60% que son inmigrantes y el 40% de españoles. Es imperativo dar de comer a las personas hambrientas.

Los cristianos y todas las personas de buena voluntad, han manifestado siempre la cara más bonita de la humanidad que es la compasión y el cuidado de los demás.

Muchas Congregaciones religiosas y ONG nacieron en principio para ser “Buenos Samaritanos”, como nos pide el Evangelio, con las personas necesitadas: marginadas, descartadas, refugiadas, enfermas, etc. en África y por todo el mundo.

Los testimonios personales y comunitarios de ser “buenos samaritanos” brillan constantemente entre los creyentes y en la humanidad.

La limitación, el engaño y hasta la complicidad de esta ayuda, radica en la interpretación inadecuada de lo que significa ser “buen samaritano”. No implica solamente dar de comer, sino que requiere sobre todo cuidarse de las personas necesitadas para que vivan con dignidad y no necesiten ser mendigos o estar en la calle sin trabajo.

Los comedores sociales son ejemplo de misericordia y en caso de emergencias, son necesarios. Al mismo tiempo, estos comedores sociales, como las obras asistenciales y las ONG deberían llegar a ser innecesarias, porque delatan la irresponsabilidad de muchos líderes políticos, financieros y religiosos, así como la pasividad de la sociedad.

El Papa Francisco lo dice bien claro: “Dadles vosotros de comer”, lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos. “ (A.E. nº188).

La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar…Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, solo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” (A.E. nº. 202)

Los líderes de la sociedad y de las religiones se quedan con excesiva frecuencia en la primera parte “la asistencial” y descuidan regularmente la segunda parte: trabajar juntos por la dignidad de cada persona y la justicia social, para que lo asistencial no sea necesario.

No hemos aprendido a sanear las raíces del problema, y seguimos tratando los síntomas.

El Evangelio incluye las dos partes: primero trabajar para que todas la personas puedan vivir con dignidad y segundo en casos de emergencia, la asistencia humanitaria.

El 1% de las personas más ricas del planeta posee el 40 % de la riqueza global, mientras que la mitad más pobre sólo es dueña del 1 por ciento, según un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas.

Dicho estudio destaca que la riqueza está muy concentrada en Norteamérica, Europa y las naciones de altos ingresos en el área de Asia-Pacífico, cuya población posee colectivamente el 90% del total.

¿Por qué, tantas personas no pueden comer, cuando hay alimentos para todos y tiramos hasta el 30% de la comida en los restaurantes?

¿Por qué tantas personas duermen en las calles, cuando hay miles de pisos vacíos?

¿Por qué tantos millones de personas no tienen trabajo, mientras una minoría controla y decide sobre los recursos, mercados y el coste de todos los productos?

¿Por qué apoyamos con nuestro consumo a los grandes imperios financieros?

¿Hasta cuándo permitimos que estos líderes políticos y financieros nos impongan este sistema tecnocrático y capitalista tan inhumano y cruel?

Al mismo tiempo, siguen creciendo los movimientos sociales que promueven una economía del bien común, una banca ética, un comercio justo y una vida digna para todas las personas, en los cinco continentes.

Comprometernos a trabajar juntos por un mundo más justo y humano, no es una opción, es una necesidad urgente, para todas las personas de buena voluntad.

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