BENIN: Los negocios sucios del reino del comercio ilegal, por Antonio Molina

22/11/2011 | Bitácora africana

INTRODUCCIÓN

Estos días hemos oído hablar de Benín por causa del viaje de Benedicto XVI, que ha ido al antiguo Dahomey para conmemorar los 150 años de la llegada de los misioneros. Antiguamente era considerado un oasis de paz en una región martirizada por la trata de esclavos. Allí era el propio rey quien vendía a sus prisioneros de guerra y a veces hasta a sus propios súbditos a los mercaderes negreros. Entonces no se intentó la evangelización. En la era colonial su economía se basaba en la exportación de algodón a Francia, su metrópoli.


SITUACIÓN ACTUAL

Hoy los negocios navegan por aguas turbias junto con actividades criminales. Desde el contrabando de petróleo hasta la trata de jóvenes para la prostitucióny el odioso robo de niños esclavos.
El último escándalo gordo descubierto es una trama financiera de proporciones colosales, que ha tragado los ahorros de 150.000 ciudadanos. La Sociedad Icc Services, administrada por personas cercanas al presidente Yayi Boni, consiguió depósitos de sus clientes por valor de 150 millones de euros, prometiendo a los ahorradores ¡rendimientos anuales del 20%!

El dinero ha desaparecido. Las autoridades se encuentran en una situación embarazosa, pues hace meses fueron acusadas por la prensa y la sociedad civil, cuando se realizaron las elecciones en marzo pasado.

EL PETRÓLEO CLANDESTINO

En cualquier mercado se encuentran en los puestos unos botellones, que parecen de aceite de oliva, pero que en realidad se trata de petróleo nigeriano importado clandestinamente. Es el carburante artesanal que hace funcionar a este pequeño pobre pueblo de África Occidental, que se asemeja a un corredor entre la gran Nigeria y el también exiguo Togo.
La economía local aún se apoya al 80% en la exportación del algodón, pero la situación geográfica particular de Benín favorece los negocios ilegales y los contrabandos de cualquier clase de productos.

BOMBAS SOBRE DOS RUEDAS

El tráfico clandestino del petróleo es sólo un ejemplo que ilustra estos negocios, además es uno de los más peligrosos. Todos sabemos que Nigeria es muy rica en oro negro y que miles de kilómetros de oleoductos la atraviesan. La prensa habla de vez en cuando de tragedias, porque las canalizaciones son horadadas para robar el petróleo que circula a fuertes presiones. Es por esos agujeros, que el petróleo es robado por bandas de maleantes, que son los que organizan la exportación clandestina a los países vecinos, sea a través de la selva, sea sobornando a los aduaneros y guardas de las fronteras. Todos chupan…

El transporte es realizado en bidones de entre 100 y 150 litros, colocados sobre dos ruedas de bicicleta y remolcados por una motorizada (casi siempre las “mobylettes” de 50cc ) que son conducidas por chavales de entre 13 y 15 años. Estos menores no son encarcelados, si los pillan. Además son expertos en dar propinas.
Este petróleo bruto es vendido a algún comerciante importante, que después de refinarlo o filtrarlo artesanalmente, lo revende a los minoristas, que lo envasan en botellas y garrafas y lo ofrecen al público en los puestos de los mercados y al borde de las carreteras. La gente consume este petróleo para el alumbrado doméstico, donde carecen de electricidad.

LADRONES DE NIÑOS

Este tráfico se realiza a la luz del día y da de comer a unos más y a otros menos, hasta unos dos millones de personas, contando los reclutadores, los vendedores y los transformadores de la “materia prima”.
Es un negocio que arrasa el estrato má débil del tejido social: la infancia.
Los conductores “kamikaces” de las motorizadas son chicos fruto de esta trata de niños, que es uno de los negocios sucios a que se dedican ciertos beninenses. No está tan difundido como el contrabando del petróleo, pero si consultamos las estadísticas de la ONU y de la UNICEF, Benin está entre los campeones de esta vergüenza humana.

UNA TRADICIÓN ANTIGUA

Las familias numerosas de las aldeas de la selva tienen la costumbre de confiar algunos de sus hijos a parientes, que residen en las ciudades. Los padres envían a sus hijos con la idea de que sus tíos les den estudios y que después encuentren un trabajo. Pero acontece con frecuencia que las niñas sirven como niñeras de sus primitos y trabajan como empleadas domésticas, sólo por el alimento y vestido.
Los que tienen más suerte empiezan a frecuentar la escuela, hasta que un buen día un reclutador ofrece un buen dinero al tío, que vende a sus sobrinos, que son llevados como trabajadores agrícolas o recolectores a los países vecinos, en unas condiciones de vida, de trabajo y trato que se parece a la esclavitud antigua.


LAS MUCHACHAS PROSTITUTAS

En el norte del país, hacia la frontera con el Níger y Burkina Faso, florece otro negocio sucio: El tráfico de muchachas, apenas adolescentes, que vienen a Benín a trabajar en sus prostíbulos y burdeles.
Trabajan todo el día desnudas y al anochecer se cubren de nuevo con el velo islámico y regresan a su país en dirección opuesta. Los clientes no faltan, son casi siempre camioneros, que hacen el transporte entre el puerto de Cotonú y la meseta de Atacora.


CONCLUSIÓN

De este modo Benín parece un modelo de continuidad histórica, en la época de la esclavitud salieron millones de esclavos para trabajar en las plantaciones de América. Esta historia ha dejado huellas y hoy se repite con formas y modos diversos esclavizando a los más débiles.

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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