Atentado en Kigali: ¿”ha ganado la verdad”?

1/02/2012 | Opinión

Reacción de Filip Reyntjens

El 10 de enero pasado, los jueces Trévedic y Poux comunicaron a las partes un informe pericial sobre la destrucción el 6 de abril de 1994 del avión presidencial ruandés; atentado que desencadenó el genocidio. No se trata de un informe de los jueces, sino de un elemento importante de la instrucción judicial.

Nada extraño que los abogados de los imputados, siete oficiales ruandeses, hayan puesto de relieve los elementos favorables a sus clientes y que hayan hecho una lectura selectiva del informe. Es también normal que el gobierno ruandés se muestre satisfecho y haya afirmado que “esta verdad científica” pone fin a las acusaciones vertidas contra él.

Lo que es menos normal es que la prensa y diversos comentaristas hayan sacado conclusiones precipitadas y definitivas, sin haber leído el informe y basándose exclusivamente en lo que los abogados de los imputados habían dicho. En consecuencia, hacen decir al informe lo que este no dice, esto es, que el atentado contra Habyarimana fue cometido por las FAR. Se han pronunciado a veces palabras muy duras y definitivas y quienes se han atrevido a sugerir que el FPR podría estar tras el atentado han sido acusados de negacionismo y han recibido intimidaciones. Así, los abogados de los imputados han anunciado que están dispuestos a querellarse contra ellos, dado que ahora «la verdad ha sido conocida».

Yo he realizado investigaciones sobre esta cuestión y he sido muy solicitado por los medios de comunicación que deseaban tener mi apreciación sobre el informe pericial. He rechazo hacer comentarios, ya que no podía hacerlo sin haberlo leído. Ahora que el informe ha sido filtrado, puede hacerse un análisis y sacar conclusiones, desde luego mucho menos tajantes de las que se han oído en las semanas pasadas.

El informe trata de dar respuesta a dos cuestiones: lugar desde donde fueron lanzados los misiles y tipo de misiles utilizados. La observación pericial privilegia dos lugares en el interior del campo de Kanombe, el cementerio y una posición en la parte baja del cementerio, a la vez que señala que la zona de Masaka se sitúa en la prolongación de los lugares retenidos como probables. Contrariamente a lo que han afirmado numerosos comentaristas, estos lugares no se encuentran en el interior del campo militar de Kanombe (lo que designaría a las FAR) sino en el linde de un vasto terreno militar de un centenar de hectáreas; terreno no cercado ni guardado. Los expertos estiman además que el perímetro de lanzamiento podría extenderse un centenar de metros o más hacia el este o el sur, lo que situaría el lugar de tiro fuera del terreno militar.

Los expertos citan el testimonio de dos testigos que afirman haber visto las estelas de los misiles desde la parte trasera de su casa situada en el límite del terreno hacia el valle de Masaka. Estos testigos no sitúan el lugar del lanzamiento de los misiles en el interior del terreno militar, sino en la dirección del valle de Masaka.

Es extraño que ningún testigo de Msaka haya sido escuchado por los expertos. En octubre de 1994, testigos de Masaka me dijeron que habían visto los misiles que partían de los alrededores de la “Ferme”, y ello en un momento en que esta cuestión del lugar del disparo no revestía la importancia que ahora está teniendo.

En cuanto al tipo de misiles, el informe pericial concluye por eliminación que se trata de SA16 de origen soviético. Afirman que son necesarias de 50 a 60 horas de formación para poder manejar esas armas. Las antiguas FAR no poseían misiles suelo-aire; habían intentando adquirirlas sin éxito, mientras que el FPR las había utilizado durante la guerra. El juez Bruguière ya había establecido que los misiles, cuyas lanzaderas se encontraron cerca de la «Ferme», habían sido vendidos por la Unión Soviética a Uganda. Mis fuentes de información, bien situadas en el ejército ugandés, afirman que formaban parte de un lote cedido más tarde al FPR.

Estas constataciones muestran simplemente que quienes han afirmado que con el informe pericial “se ha conocido la verdad” son partidarios de historias simples. Aunque sigo pensando que las indicaciones señalan más al FPR que a las FAR como autor del atentado, no pretendo conocer la verdad. Corresponderá a los jueces Trévidic y Poux decidir, cuando termine la instrucción, sobre la base de todos los elementos del dossier, y sobre todo con total independencia, si sí o no será necesario proseguir con diligencias judiciales eventuales. Dado que el gobierno ruandés ha saludado la seriedad de estos jueces, esperemos que su decisión ponga fin a una controversia ya vieja de 18 años.

Filip Reyntjens, es profesor en la Universidad de Amberes y autor de «Rwanda. Trois jours qui ont fait basculer l’histoire» (Paris, L’Harmattan, 1995)

(A partir un texto de F. Reyntjens, en Le Monde, Francia, el 31.01.2012)

Noticia enviada y traducida por Ramón Arozarena.

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