Arzobispo de Bukavu sobre el Kivu: una denuncia que no debe silenciarse

10/11/2008 | Editorial

El Arzobispo de Bukavu, en la RDC, Mons. François-Xavier Maroy Rusengo, ha tenido la valentía de poner las cosas claras en presencia del Primer Ministro y Jefe de Gobierno de la República Democrática del Congo, el Sr. D. Adolphe Muzito, con ocasión de su visita a Bukavu.

Habló de la situación del Kivu Norte y manifestó su perplejidad ante la aparente, si no real, la falta de voluntad política a todos los niveles: local, regional, nacional e internacional para eliminar las hostilidades, las guerras y las guerrillas en el Congo. Estos conflictos no son nuevos, perduran desde 1998, motivados por intereses de depredación, tanto regionales como internacionales, así lo hace saber un informe de la ONU que concluye:

“Para obtener oro, diamantes o coltán, poblaciones enteras son diezmados, sus casas ocupadas, destruidas o incendiadas por bandas armadas congoleñas, a menudo claramente respaldadas por ejércitos extranjeros, con ramificaciones internacionales, incluso más amplias de las que se imaginaba.”

La Corte Internacional de La Haya ya inculpó a Ruanda y a Uganda de depredación en el Congo, pero la justicia no siguió su curso y nada ha sucedido. En realidad, las ramificaciones internacionales, más allá de estos dos países, son tan relevantes en esta situación que el obispo pide que los Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países del Sudeste de Asia participen eficazmente en el proceso de paz resolviendo sus problemas respecto a sus intereses geoestratégicos y económicos. Así se evitaría la muerte de muchos congoleños inocentes.

La guerra actual en el Congo, no es una guerra de congoleños, sino de poderes facticos internacionales que usan el Congo terreno donde dirimir sus problemas y ambiciones, infligiendo terror y muerte entre la población local.

A pesar de los intentos de procesos de paz en el Congo que han tenido lugar, entre los que se encuentra el acuerdo de Goma el 23/1/2008, da la impresión que ninguno de los actores con intereses en el conflicto quiere realmente comprometerse a conseguir y mantener la paz; sus intereses políticos y económicos se valoran más que el coste humano, social y político que causan las hostilidades. Por eso, dice el obispo, la situación actual significa que más de 5 millones de congoleños han muerto por nada, que el coste de mil millones de dólares de la MONUC al año, (y ya llevan 6 años presentes en la zona), y que los 500 millones de dólares gastados en las elecciones democráticas han sido gastos echados al agua.

Lo tremendo es que mientras el pueblo congoleño en el Kivu vive una horrible tragedia diaria, la comunidad internacional pretende vivir bien tranquila. El obispo también pide que el gobierno del Congo y la administración pública se responsabilicen de sus actos, o de su ausencia, y que adopten las medidas necesarias para conseguir la paz y la prosperidad en la región.

Es una declaración muy valiente; habla con claridad, cita a los actores implicados y pide que se exijan responsabilidades. Mons. François-Xavier Maroy Rusengo ha claramente heredado el espíritu profético de denuncia de sus predecesores, los arzobispos Muhizilirwa, asesinado en 1996 con un tiro en la nuca por sus denuncias al ejército invasor ruandés, y Kataliko, quien por denunciar abiertamente las violencias y los abusos cometidos por las milicias gubernamentales y la guerrilla le valió el destierro su propia diócesis.

Esperemos que esta vez la voz del obispo de Bukavu no sea silenciada violentamente y consiga el fruto que tanto ansía el Congo: la paz, la justicia y la prosperidad duradera.

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