Argelia golpeada por el éxodo de la juventud

1/04/2009 | Crónicas y reportajes

Miles de jóvenes argelinos prefieren arriesgar su vida en el mar a quedarse en una nación donde carecen de fe y donde su septuagenario líder, Buteflika, intenta permanecer en el poder una tercera legislatura.
Los funcionarios del país del norte de África, rico en petróleo, donde Abdelaziz Buteflika ha prometido crear tres millones de puestos de trabajo si es re elegido el día 9 de abril, admiten que no comprenden la naturaleza y la escala del éxodo.

Más de 67.000 personas cruzaron el Mediterráneo el año pasado, para pedir asilo en Europa, y 36.000 de ellos tuvieron éxito al alcanzar la isla de Lampedusa, en el sur de Italia.

Decenas de otros, sin embargo, se ahogaron en el mar o son recogidos por pescadores y guardas costeros. Algunas veces, salen cuerpos inundados de agua en las redes de los pescadores.

Aún así, sigue circulando una expresión entre los “harraga”, como se conoce en Argelia a los candidatos a la migración, que dice que “Es mejor que te coman los peces que no los gusanos”, al ser enterrado en suelo argelino.

“Cuando estás en un alto edificio en llamas, tienes la opción de morir dentro o saltar. El riesgo de muerte es el mismo en ambos casos, excepto que al saltar tú tomas una decisión, tu manera de controlar tu vida”, explica Tahar, un hombre que intentó, sin éxito, alcanzar las costas españolas.

“Harraga” significa literalmente quemadores y metafóricamente se refiere a la esperanza que tienen los emigrantes de que ardan las fronteras.

Un trabajador en la construcción de edificios, de 30 años, Tahar, añade “Lo principal no es tanto llegar como salir”.

Sofiane, de 28 años, comerciante de la ciudad del norte de Oran, ha hecho dos intentos de alcanzar Europa. La primera vez, llegó a España, pero fue detenido y expulsado, después de que el viaje le había costado 3.200 dólares.

La segunda vez, cruzó la frontera con Marruecos y fue arrestado a las puertas de Ceuta, uno de los dos enclaves españoles en Marruecos, que atrae a potenciales migrantes incluso desde más al sur del Sahel africano, con muchos de ellos haciendo el peligroso viaje a través del desierto del Sáhara.

Sofiane asegura que todavía cree en la tierra prometida e intentará huir de nuevo. Pero, al contrario que otros países subsaharianos, cuya gente está desesperada por escapar de una aplastante pobreza, Sofiane y otros argelinos quieren abandonar un país relativamente rico.

Bouteflika, de 72 años, ha prometido invertir 150.000 millones de dólares en planes de creación de empleo a lo largo de los próximos cinco años, pero se enfrenta a una desilusión muy arraigada, no sólo en los jóvenes desempleados y los poco cualificados, sino también a una fuerte fuga de cerebros, de académicos y funcionarios.

Falta de perspectiva socio política

El sociólogo argelino, Ali Bensaad, afirma que los harraga “son conscientes del riesgo que corren. Rechazan el punto muerto en el que se encuentran. En ausencia de canales de expresión políticos y sindicales, estos jóvenes responden con sus propios medios… Es la falta de perspectivas sociopolíticas y de libertad lo que les empuja a tomar esa decisión”.

El presidente ganó las elecciones de 1999 sin ninguna oposición, ya que ésta boicoteo las votaciones, y el próximo 9 de abril, se presentarán finalmente cinco candidatos de partidos pequeños, pero en el fondo están respaldados por el aparato de un estado que hasta hace bien poco era unipartidista.

Su principal rival es una mujer, Louisa Hanoune, del Partido Laboral Trotskyista, que se opone a Bouteflika por segunda vez, y busca, como el resto de los candidatos, capturar la imaginación de los votantes jóvenes. Pero Argelia todavía se está recuperando de una década traumática de guerra civil a bajo nivel, contra los islamistas extremistas.

Los analistas políticos dicen que Bouteflika ganará con toda facilidad las elecciones, pero el pueblo no ha podido beneficiarse todavía de la riqueza en petróleo y gas natural que tiene el país, mientras que la élite que toma las decisiones se aleja de las masas.

Agentes del estado

Normalmente, pequeños grupos de jóvenes con chalecos salvavidas y equipados con sistemas de navegación por GPS sacan sus barcos de la abrasadora arena de la playa y esperan a que las condiciones sean favorables para lanzarse al mar y marcharse.

El sociólogo Bensaad compara la situación actual con la de los años 90, cuando miles de personas desaparecieron en plena insurgencia islamista y posterior represión.

En 2005, las autoridades de Argelia reconocían que los agentes del estado eran responsables de la desaparición de 6.146 personas entre 1992 y 1998.

“Se puede ver un paralelismo con los harraga”, asegura Bensaad, “Sin embargo, el fenómeno de los harraga afecta a un sector más amplio de la población y trasciende los límites socio políticos, alcanzando una mayor escala”.

(News 24, Suráfrica, 01-04-09)

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