Argelia: Elecciones presidenciales, por Antonio Molina

30/04/2009 | Bitácora africana

El pasado día 9 de abril, Jueves Santo para los católicos, se celebraron comicios en Argelia, para elegir presidente. Como se esperaba, como se recelaba, como se temía, el presidente saliente Buteflika, Abdelaziz de su nombre, de 72 años, ha sido elegido para un tercer mandato de 5 años, lo que lo llevará a los 77 al término del mismo; si es que llega, pues su estado de salud es precario. Pero como casi todos sus pares africanos, sean árabes o subsaharianos, da lo mismo, están aquejados de una enfermedad hereditaria, que yo llamo el síndrome PATRIARCAL, en su peor variante: la tendencia a fundar DINASTÍA.

En las tribus y clanes africanos, el ANCIANO, el VIEJO, mandaba hasta la muerte. No se retira, no demisiona, no es destituido, a no ser por enfermedad gravísima, que lo deje inservible o por locura. Tenemos el caso de Mugabe, en Zimbabue, con sus 85 años cumplidos, atacado por esa enfermedad, que los franceses llaman “la folie des grandeurs” , matando a su pueblo de hambre, batiendo todos los récords mundiales de inflación, encabezonado en no aceptar el triunfo evidente de la oposición y mientras tanto, viviendo en un palacio, que ni Luis XIV poseyó en el esplendor de su zenit.

Sus pares de la UA no se atreven a censurar al viejo zorro, pues en la mentalidad africana, los “HIJOS” –esto es “los más jóvenes”- deben soportar las manías y caprichos del anciano. Además, por reacción de corporativismo, defienden a sus pares. Es el motivo por el que han cerrado filas alrededor del presidente de Sudán, Al Bachir, ante la orden internacional de arresto del TPI de la Haya (Holanda). ¡Atacar a un presidente en el ejercicio de sus funciones! Pero ¿dónde estamos? ¡Qué osadía! Otros podrían poner la barba a remojo… Un caso típico de pretender fundar dinastía, lo tenemos en Osni Mubarak, con más de 80 años, que creyéndose sucesor de los “faraones de Egipto”, prepara a su hijo para que le suceda. Parece que Gadaffi también.

LA PARADOJA ARGELINA

Durante los años de la carestía del petróleo, Argelia se encontró con el “maná” en el desierto. El flujo de petrodólares fue utilizado para saldar sus deudas con el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales, que le eran acreedoras. Raros son los países, que pueden decir como Argelia, que no tienen deuda externa.
Además el dinero, a pesar de la bajada del precio del petróleo sigue afluyendo a sus arcas. Por eso, nos preguntamos: ¿Qué hace el gobierno argelino con tanto dinero? Es el caso típico de un país rico con un pueblo pobre.

En la campaña electoral, Buteflika ha prometido invertir 150.000 millones de $ USA ( unos 120.000 millones de €) en planes de fomento para crear 3 millones de puestos de trabajo en los próximos 5 años. Pero la juventud desempleada y no pocos de los universitarios con diplomas recientes, funcionarios y académicos no se entusiasman con esas promesas presidenciales electorales. Se preguntan ¿porqué no empezó a hacerlo desde 1999, cuando fue elegido sin ninguna oposición? ¿A qué espera?

La desilusión está muy arraigada. Hacen falta hechos. El pueblo no se ha beneficiado aún de la riqueza del petróleo. Las elites que toman las decisiones se alejan cada vez más de las masas y sostienen al presidente con su dinero y servicios.

LA SOCIEDAD CIVIL SE HA VUELTO CONSERVADORA

La sociedad argelina se ha transformado en estos últimos 10 años por causa de la presión islamista. Hoy es más conservadora y las libertades conquistadas en el pasado por las mujeres están amenazadas. Podemos afirmar que las mentalidades hicieron marcha atrás.

Es lo que se concluye de un estudio publicado en marzo pasado por el Cidaef , institución reconocida por todos por la seriedad de sus trabajos. La fundadora de este Centro, la abogada Nadia Ait Zai, afirma que esta publicación ha producido el efecto de una ducha fría en los ambientes intelectuales argelinos.

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

Más artículos de Molina Molina, Antonio José