Aquella Guinea española, por Rafael Muñoz Abad

17/01/2018 | Bitácora africana

Mi tío que sirvió en las tropas nómadas del Sahara español me relató con nostalgia preñada en pena como extravió su maleta repleta de recuerdos de aquellas correrías en dromedarios atravesando la infinita hammada saharaui que cobardemente regalamos al moro en los años setenta. Antes, pasaría algún tiempo en Guinea ecuatorial. En algún momento pregunté a un alumnado de veinteañeros universitarios si sabían que este país tuvo posesiones en Africa. Menudas caritas pusieron. Sí, somos un país amnésico, anestesiado, indolente y que ha olvidado su historia. Así nos va. La huella colonial española en Africa fue notable pero a la par es un trazo que se difuminó rápidamente y, si la cuestión saharaui, que bajo mil historias personales está emocionalmente anudada a Canarias ya va siendo olvidada, ¿qué decir de aquella Guinea ecuatorial española?

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Nuestra guinea es un piercing de jungla en la frondosa cintura ecuatorial que escuetamente flota bajo un mar de petróleo. Un “simple” detalle sin importancia ¿verdad? No está muy claro cómo nos fuimos de allí, lo que sí es meridiano es como el minúsculo país africano ha sido saqueado primero por Macías y después por los Obiang. Una estirpe de megalómanos en la estela del mejor Mobutu. Y es que no hay peor tirano para el negro que el propio negro y quien tiene algo de Africa en su pasaporte así lo sabe.

Si quieren saber de la Guinea española mejor lean algo en vez de ver el film “Palmeras en la nieve” que parece más un anuncio barato de Adolfo Domínguez que otra cosa. El compromiso español con guinea no fue sólido; entre muchos factores, porque España fue un país deprimido y sin pedigrí durante buena parte del siglo XIX y la mitad del pasado. El carácter desidioso del español de la mano de su acomplejamiento le impidieron acuñar una identidad colonial dejándola en eso que históricamente tan bien sabemos hacer: eufeminizar. Así que nos quedamos en una provincia lejana de la que en 1968 nos fuimos de una manera obediente; haciendo caso a ese arrabal moral que es la ONU y a cuatro nacionalistas que ya hacían cálculos para lucrarse. Episodio que años después repetiríamos con el Sahara. Les recuerdo que a nuestros vecinos lusos, esos que miramos con superioridad, sólo los sacaron de Angola y Moçambique a tiros pues no se querían ir. Razón por la que los considero más dignos y valientes que nosotros que huimos como cobardes. Los que proclamaron la independencia de Guinea después la desvalijarían. Pecado habitual de las independencias africanas en las que un negro listo, educado por el blanco, toma el relevo y se enriquece bajo el discurso de la libertad. No sé, un tipo en Lobito me dijo que cuando allí gobernaban los portugueses todos los niños estaban escolarizados y calzados.

Guinea es propiedad privada de los Obiang que expolian sus recursos mientras la población mal vive en la miseria. Si bien es cierto el castellano es lengua oficial, los intereses franco – estadounidenses, en forma de moneda y petróleo respectivamente, desplazan progresivamente la influencia de España y, aunque la presencia económica es notable, son las embajadas de París y Washington las que más peso tienen. Teodorín Obiang [hijo] ha sido procesado por la justicia gala bajo la acusación de malversación de fondos y evasión fiscal. La vie en rose de este adicto al mal gusto y la ostentación levantaron las sospechas del fisco. Te equivocaste Teodorín, Francia no es España pues allí sí que se cumple la ley. Entre sus incontables derroches figuran gastar setenta mil euros en una mañana en zapatos cada cual más hortera y alguno de ellos a juego con un Rolls; a gustar de ir acompañado de una cortezuela de asistentes blancos – le debe de poner el tema – o dilapidar ingentes sumas en ropa, relojes, propiedades y subastas de arte que ni debe conocer. En palabras de su mayordomo frente al juez: “alcohol, putas y drogas” En resumidas cuentas, un crápula salido de la jungla que vive a cuerpo del rey conguito que no es mientras dos millones de almas ni para comer tienen.

¿Recuerdan al ilustre José Bono? Aquel señor en botijo con aspecto siniestro de pocero manchego que otrora fuera ministro estrella del infausto Zapatero; pues resulta que es visitante regular del país y amigo íntimo de Obiang. Supongo que allí debe tener fuertes intereses. Cuestiones que difícilmente podría explicar pero como nadie le pide rendir cuentas. El regimen de Obiang está señalado por la comunidad internacional de abusos contra los derechos humanos, de no respetar la libertad de prensa, de asesinar brutalmente a los opositores al dictador y de una larga lista de tiranías contra su población. Obiang no consiente oposición y quien se la hace, casualmente desaparece. Los EEUU miran para otro lado pues los intereses de las petroleras priman; algo similar a lo que ocurre con Francia y después está España, que ni está ni se le espera más allá del Aula Cervantes y como no, las extrañas y discretas visitas de Bono a Malabo.

CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL

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Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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