Análisis de Prensa 21-10-2011

23/10/2011 | Análisis de Prensa 2011-2013

La justicia en democracia no es matar al que ha matado

21/10/2011

Editorial

La Libre Belgique

Sirta, el último bastión ha caido. El Ex-Guía de la revolución ha «muerto en combate». Como lo deseaba. Es una pena.

Las víctimas de 40 años de dictadura y de terror hubieran tenido sin duda el gusto de ver lo que puede ser la democracia viendo a su verdugo confrontado a sus responsabilidades. Que sea en La Haya o en Libia delante de un tribunal independiente.

Porque la justicia, en una democracia, no es matar al que ha matado. Eibir un cadáver no absuelve a nadie. Insultar un muerto no repara nada. Las circunstancias detalladas de la captura de Gadafi y el estado de espíritu de los que le daban caza dirán que un final así era ineluctable. Pero ésto no puede valer.

Para que un Estado de derecho se pueda establecer – y nos atrevemos a pensar que era de uno de los fines que pretendía la intervención occidental en Libia – es indispensable que la justicia tome raíces allí.

La primera siembra ha fallado. El campo estaba demasiado rebosante de sangre. Pero tampoco todo está perdido. El CNT se ha desembarazado del espectro de una vuelta en fuerza de Gadafi. Ahora puede demostrar que la partida que se le ha confiado se lo merecía. Que es capaz de construir una sociedad que trata cada persona de igual manera. Una sociedad apaciguada y justa.


Libia, y mañana?

21/10/2011

Le Point.fr

Muerto Gadafi, un país tan dividido debe reconciliarse consigo mismo construyendo un Estado moderno. Una tarea de titanes.

La situación va a ser dificil en las próximas semanas. Los Occidentales van ciertamente a verse decepcionados, cuando han hecho la guerra que la desaprición de Gadafi desembocaría sobre un país moderno, camino de la democracia, incluso de la laicidad. Es lo que daban a pensar algunos miembros del CNT a los reponsables franceses cuando venían por París. Pero, Libia se encuentra delante de una multitud de problemas.

El más importante es sin duda su extrma fragmentación entre regiones, tribus, liberales, islamistas. Estas divisiones se reflejan en el seno del CNT y han obstaculizado, hasta el presente, a Mustafa Abdel Yalil su presidente, de formar un gobierno. Convinieron de esperar la total liberación del país y la captura de Gadafi. El CNT está ahora con la espalda contra la pared.. ¿Podrán superar sus divisiones?

Encontrar un consenso

El primer problema: tendrán que encontrar un consenso entre los partidarios de un Estado moderno y laico de tipo occidental, como Mohammed Yibril, el primer ministro, formado en Europa, y los que piden la instauración de un Estado religioso, digamos un Estado islamista. Los laicos son una ínfima minoría y no podrán ganar

El concepto de laicidad es totalmente extranjero a la mayoría de los libios que no lo entienden como una separación entre lo temporal y lo espiritual, sino como una negación de Dios. En agosto, un proyecto de Constitución precisaba que “el islam es la religión del Estado, y la chariaa islámica la fuente principal de la legislación”.

En setiembre, Mustafa Abdel Yalil confirmaba que “el islam sería la fuente principal de la legislación en la nueva Libia”. El conservadurismo religioso es la norma en Libia, y los Hermanos musulmanes – corriente importante – estaban severamente reprimidos por Gadafi. El presidente del CNT debe tener en cuenta, pero sabe también que sus amigos occidentales están inquietos y van a vigilar con cuidado las instituciones que van a erigir. En octubre, Mustafa Abd el Yalil precisaba pues que quería un partido con una base religiosa, pero moderada del tipo del AKP turco. Estaba prevista una reunión en Trípoli con hombres políticos turcos y tunecinos del partido islamista de En Nahda.

Equilibrios entre las regiones

Mustafa Abd el Yalil tendrá que tener en cuenta los islamistas radicales, como Abdelhakim Belhayy, jefe militar autoproclamado de Trípoli, y antiguo miembro de los Grupos islámicos combatientes libios (GISL) ligados a Aqmi. Sus combatientes, sin duda los mejor entrenados del país (algunos en Afganistán), han participado de manera decisiva en la toma de la capital. Esperan tener un peso específico en las nuevas instituciones, aunque afirmen que no quieren construir un Estado islámico. Su presencia ha creado ya fricciones en el seno de la organización militar de la capital. El problema no ha sido resuelto.

El segundo problema: el futuro poder libio tendrá que buscar un equilibrio entre las regiones. En realidad, la gente de Benghazi y de la cirenaica en general, que estuvo al origen de la revolución, y también los de Misrata, la ciudad mártir de Tripolitania, reclaman su parte del pastel. Las dos regiones son históricamente antagonistas. Paralelamente, el CNT tendrá que reunificar las tribus, de las cuales una ha sido fiel a Gadafi, clan al que pertenecía Gadafi.

Tercer problema: el peso de los bereberes. Los combatientes, particularmente los de los Montes Nefusa, donde Francia lanzó armas en paracaídas, contestan al todopoderoso Belhayy, jefe militar de Trípoli, cuando ellos piensan que son ellos los primeros en entrar en la capital y contribuyeron a su caída abriendo un nuevo frente al oeste. Además están con los ánimos subidos contra los islamistas y la nueva Constitución que afirma que el árabe es la única lengua nacional (hay que señalar que también pertenecen a una secta diferente del islam, el khareyismo: Nota de la redacción).

Entre islamistas, berberistas y modernistas, las próximas semanas pueden de gran agitación para el CNT y Libia.


Libia sin Gadafi : el reto de inventar una transición

21/10/2011

Por Amanda Figueras

Meses de guerra, miles de muertos. Libia parecía estar frente al abismo hasta este jueves. La muerte del ex líder Muamar Gadafi, del coronel que ha detentado el poder desde 1969, no ha sacado al país del atolladero, pero la salida podría estar un poco más cerca. Lo que suceda en las próximas semanas y meses será clave para que -según lo deseable- pueda haber una transición democráticao -según lo tenido- se perpetúe una guerra civil.

Los elementos sobre el tablero son, en resumen: un país sin tradición democrática, sin partidos políticos, tribal, que no cuenta con precedentes similares de los que sacar lecciones, y un poder transicional divido, según explica el investigador de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride),Oladirán Bello.

La revancha y el peligro de la guerra

«Hay que tener en cuenta que la muerte del coronel abre la posibilidad real de que vuelva la guerra. Hasta ahora, lo que más unificaba el país era la oposición al dictador. Con su desaparición, si no son capaces de mantener un diálogo democrático entre ellos, habrá una seria ruptura que pondrá en riesgo el proceso de transición. En un año o dos podría haber guerra de nuevo, podría pasar igual que en Irak tras la derrota de Sadam Husein», añade.

En el corto plazo, Bernard- Henri Levy, el filósofo francés, asegura que siempre que Gadafi estuviera con vida sería capaz de reclamar apoyo en Sirte o en otro lugar y la sangre iba a seguir fluyendo. Cree que «con Gadafi detenido, la guerra ha terminado», informa Reuters.

Otro peligro desestabilizador es la posibilidad de una ola de revanchismo. El politólogo experto en Libia Ali Abdullatif Ahmida, de la Universidad de Nueva Inglaterra, asegura que aunque «se trata del fin de una era, y el comienzo de la lucha por el nuevo gobierno, todo dependerá de cómo el liderazgo del Consejo Nacional de Transición (CNT) guíe al país y cómo reconcilie a sus gentes… o si tomará la revancha y ajustará cuentas. Esto podría ser un camino peligroso».

Oladirán Bello añade que hay personas percibidas como espías por el pueblo y éste teme que pudieran intentar reconstruir el antiguo régimen. «Si hay represalias la sociedad libia será muy inestable y pondrá en riesgo una oportunidad de ampliar un proceso democrático».

Por su parte, Daniel Korski, investigador principal del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, apunta que aunque la muerte de Gadafi evita un drama judicial dilatado al estilo de Slobodan Milosevic, también crea el riesgo de que se plantee su figura como la de un ‘mártir’.

Retos de un heterogéneo CNT

El CNT tiene el reto de decidir la forma que deben adoptar las fuerzas militares de seguridad de la nueva Libia y «cómo desarmar, desmovilizar e integrar los diversos grupos armados que han contribuido a la caída de Gadafi en las nuevas estructuras de seguridad nacional», advierte Ben Barry, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.

Bello recuerda asimismo el papel clave de la Justicia. «El mismo día de la caída de Gadafi ha sido detenido el ex ministro de Defensa, y hay otras figuras del viejo Gobierno también apresadas. La manera en la que sean juzgadas será importante».

El heterogéneo Consejo Nacional de Transición tiene entre sus retos hallar la manera de integrar a los posibles gadafistas que se rindan. No será fácil, en opinión de los expertos consultados, que subrayan la amalgama de pensamientos que impera en el CNT. «Hay personas que insisten en que debe haber una Constitución y un sistema político relativamente liberal en Libia, pero también hay otro tipo de pensamiento».

François Heisebourg, presidente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, cree que las autoridades se moverán ahora formalmente a Trípoli [desde Bengasi -capital rebelde-] y que «tendrán que establecer un gobierno formal, lo que probablemente no será una tarea fácil».

Ya hay voces que critican que en el seno de este poder transicional hay demasiado peso procedente de Bengasi y que no hay una representación proporcional a la realidad del país, dice Bello.

La comunidad internacional

Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, España y los países de la OTAN que han participado en la guerra contra Gadafi con ataques aéreos han reconocido al CNT.
«El papel de la comunidad internacional sigue siendo importante. La cuestión es qué pasará tras la retirada de las fuerzas militares de la OTAN, si mandarán o no una misión de seguridad y también una fuerza humanitaria para asegurar a los civiles; o si optarán por darle este papel a ejércitos de países musulmanes, probablemente con el liderazgo de Turquía o Qatar», explica Bello.

«Las próximas dos semanas serán clave para ver en qué dirección irá Libia. Si la muerte de Gadafi sirve para unificar los diferentes actores en el país, Libia tendrá un futuro muy brillante, ya que tiene muchos recursos, y será más fácil si los muchos exiliados libios que hay en diferentes países regresan y se involucran en el proceso de reconstrucción. Pero es demasiado pronto para saberlo», puntualiza.

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