Análisis de la situación y propuestas para una paz real en Kivu Norte y Kivu Sur (República Democrática del Congo).

18/01/2010 | Documentos R+JPIC

Impotentes o cómplices

Después del último informe publicado por el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas sobre la situación que prevalece en Kivu Norte y Kivu Sur, en la República Democrática del Congo (RDC), los más poderosos no pueden seguir ignorando lo que allí ocurre. La larga y dolorosa serie de masacres, violaciones, incendios de pueblos, raptos, robos y saqueos, humillaciones de todo tipo que sufre la población civil de Kivu, denunciada desde hace tiempo por la sociedad civil congoleña, es ahora de sobra conocida por todos, al igual que el fracaso de las operaciones que tenían como objetivo establecer la paz.

Las autoridades del país, tanto locales como nacionales se callan. El ejército, mal pagado y compuesto por una pandilla de fuerzas dispares donde se han mezclado de forma precipitada las fuerzas desestabilizadoras y crueles de Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNPD) de Laurent Nkunda, lejos de establecer la paz, es una fuente inseguridad persistente. Cierta elite económica del país está enriqueciéndose sin ningún sentido de justicia o de compasión hacia su pueblo. La ONU, que tiene desplegada en este país su misión más grande de mantenimiento de la paz, y la Comunidad Internacional, cuyos representantes realizan un diagnóstico de la RDC como si fueran unos médicos expertos, no han sabido dar una verdadera respuesta a la crisis del país y de la Región de los Grandes Lagos.

El núcleo de la crisis

Esta crisis gira en torno a la explotación ilegal de los recursos mineros de la RDC (casiterita, coltán, oro, wolframio, petróleo y gas metano), en la cual están implicadas multinacionales occidentales y sociedades mineras muy conocidas1, con sedes en Europa, Canadá, Estados-Unidos y Asia.

Para repartirse el pastel de los recursos mineros de la RDC sin mancharse las manos con sangre inocente, había que encontrar alguien que lo cortara en trozos: las multinacionales y los gobiernos occidentales, sobre los cuales tienen cierta influencia, han confiado esta tarea a los países limítrofes, sobre todo a Ruanda y Uganda, explotando sus objetivos expansionistas sobre el territorio congoleño para desestabilizar la RDC con vistas a una nueva configuración geográfica: la creación de mini-estados, cada uno controlado por su correspondiente multinacional.

El actual digamos “retorno”, masivo e irregular, de “refugiados congoleños” desde Ruanda parece tapar una ocupación militar de Kivu que ya está en marcha, a través de las operaciones militares Umoja Wetu y Kimya II y que se inscribirían en esta dinámica. Los observadores denuncian la voluntad deliberada de grandes potencias de tapar estas maniobras de ocupación progresiva.

Evaluación de los acercamientos

El acercamiento de la Comunidad Internacional, de los Estados Unidos y de Europa en particular, con respecto al conflicto armado en el este de la RDC corre el riesgo de perpetuar las raíces antes que resolverlas. Este acercamiento se centra, con cierta obsesión, en el papel de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR) y otros grupos rebeldes y deja a la sombra el papel que desempeñan Uganda y Ruanda. Ruanda es el principal punto de paso de los minerales saqueados en la RDC por los grupos rebeldes (FDLR, CNDP y otros muchos), razón por la cual este país es siempre un gran productor y exportador de minerales de los que posee una cantidad insignificante.

Este enfoque hace caso omiso de la cuestión de la soberanía de los recursos, punto central de la guerra geoestratégica sobre las riquezas del Congo; una guerra que ha justificado el asesinato por parte de Occidente en 1961 de Patrice Lumumba, primer ministro elegido democráticamente del Congo, así como la llegada al poder del dictador Mobutu durante tres décadas. Bajo esta misma filosofía los Estados Unidos apoyaron y financiaron la invasión del Congo en 1996 y 1998 por parte de Ruanda y Uganda, en detrimento del movimiento no-violento y pro-democrático apoyado popularmente, a principios de la década de los 90, por las masas congoleñas durante el desarrollo de la Conferencia Nacional Soberana. La obsesión por focalizar los esfuerzos en la parte este del Congo, rica en minerales, no consigue ocultar las intenciones de los grupos de presión de Washington que preconizan sin parar la balcanización de la RDC.

Propuestas para una solución

La opinión según la cual el conflicto de la RDC puede encontrar una solución simplemente poniendo fin a los “metales de guerra” no es realista. Igualmente, se puede arrestar a todos los Hutus, imponer el embargo de las armas a las FDLR y a los Maï-Maï de Kivu, pero mientras que las grandes potencias manipuladoras del Consejo de Seguridad de la ONU continúen redimiendo a Ruanda y Uganda de sus responsabilidades en el conflicto congoleño, no habrá ni paz ni desarrollo en Kivu. Mientras Occidente dé carta blanca a Kagame, presidente de Ruanda, el conflicto armado y la inestabilidad persistirán en la RDC.

Cualquier tipo de red de financiación de los grupos armados tiene que ser desmantelada en la región: la de las FDLR, pero también la del CNDP y de la LRA. La misma justicia internacional debe ocuparse del informe de los criminales Laurent Nkunda y Bosco Ntaganda, acusados de crímenes de guerra y de lesa humanidad, para recuperar su credibilidad y no dejar a los viejos lobos de la Región de los Grandes Lagos escaparse hacia las verdes praderas de Kivu.

La solución plausible y probablemente más rápida sería diplomática y política, fundada sobre las siguientes prescripciones:

1. Los Estados Unidos y Gran Bretaña deberían influir sobre sus clientes Ruanda y Uganda amenazándoles con suspender la ayuda.

2. Imponer sanciones a los países limítrofes de la RDC,
particularmente Ruanda y Uganda, que, ilegalmente, explotan directamente o indirectamente los recursos mineros de la RDC, así como a las compañías o individuos implicados en el tráfico de minerales con los grupos rebeldes.

3. Hacer operativa la trazabilidad de los minerales y otras riquezas naturales provenientes de la RDC que desde hace tiempo quiere realizar el Parlamento Europeo.

4. Rechazar sin la mínima tergiversación la militarización de la Región de los Grandes Lagos por mediación del AFRICOM que ha causado más miseria a las poblaciones civiles.

5. Rechazar el refuerzo de los regímenes autoritarios como el de Museveni en Uganda, (en funcionamiento desde 1986) y de Kagame, jefe absoluto de Ruanda desde julio de 1994, así como la restricción del espacio político en todos los países de la Región de los Grandes Lagos por parte de los que están en el poder.

La guerra que castiga duramente a la RDC desde hace 13 años ha costado la vida a 7 millones de congoleños. ¿Todavía no es suficiente?

Hecho en Parma, el 26 de diciembre de 2009
Réseau Paix pour le Congo
(Red Paz para el Congo)
Parma (Italia)

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