África oriental: la represión no es la respuesta a la oleada de huelgas

2/12/2008 | Opinión

Todavía no he visto datos que muestren una visión global y exhaustiva del estado del empleo en Tanzania. Pero la impresión que tengo últimamente es que las huelgas se están convirtiendo en un fenómeno demasiado común en Tanzania.

Actualmente, las huelgas de los profesores todavía están por resolverse. El otro día, el país fue testigo de lo que luego se convertiría en una huelga extremadamente caótica de los empleados del gigante National Micro Finance Bank.

En ambos casos, el Tribunal de Trabajo declaró las huelgas ilegales. La cuestión es la siguiente: ¿es verdaderamente posible organizar con éxito una huelga en África oriental? ¿Se puede concebir una huelga legal en esta región?

Es preciso, de hecho, reformar los sistemas de las relaciones industriales en África oriental. Lo que necesitamos es un sistema fuerte que una a los representantes de los trabajadores y a los empresarios para comprometerlos a resolver los conflictos mediante negociaciones.

África oriental tiene que renovar su fe en los convenios negociados en los conflictos colectivos de trabajo. De hecho, las negociaciones, el compromiso y el principio del tripartito es lo que ha permitido que la región haya disfrutado de una sucesión de años de paz industrial.

Aunque es cierto que los Tribunales de Trabajo son pilares básicos en los sistemas de relaciones industriales en Kenya, Uganda y Tanzania, la tendencia a recurrir excesivamente a ellos es preocupante.

Actualmente hay un número demasiado alto de litigios entre empresarios y empleados en los tribunales tanzanos, muchos de ellos originados por casos de transacciones que se han realizado de manera incorrecta.

Un sistema industrial que dependa demasiado de los tribunales para resolver conflictos laborales simplemente está posponiendo las soluciones a largo plazo.

A largo plazo, el enfado y los motivos de queja acumulados se manifestarán en huelgas impredecibles y caóticas que sólo sirven para minar la reputación del país como lugar de inversión.

Pero, ¿por qué las huelgas se están organizando con tanta frecuencia? La influencia cada vez más limitada de los sindicatos es un factor que tener en cuenta.

Los sindicatos de África oriental están enfrentándose a una crisis de relevancia. Su capacidad para negociar acuerdos en convenio colectivo ha mermado.

El gobierno ineficiente también supone un problema. Falta democracia interna y los cambios de líderes son escasos: la mayoría de los líderes de los sindicatos se quedan en su puesto por períodos desmesuradamente largos.

De hecho, actualmente los líderes de los sindicatos solamente quieren usar los sindicatos como trampolín para conseguir un puesto político.

Por otro lado, los sindicatos están compitiendo para adquirir influencia ante diversos grupos, principalmente ONGs que defienden la lucha por los derechos humanos.

En Kenya, estas organizaciones han originado el caos en el sector de la industria de las flores de Naivasha. Otra región en la que han estado activos es en una zona de Athi River Town, donde han organizado varias huelgas.

Estas organizaciones no tienen un registro de miembros ni un mandato convincente pero son muy populares entre los trabajadores.

Es evidente que los sindicatos están perdiendo influencia por cerrarse a una interpretación limitada de los derechos de los trabajadores.

En Athi River Town, donde estos grupos han estado activos, algunos empresarios se han visto forzados a mantener un equipo de enfermeras y niñeras formadas que cuiden a tiempo completo de los hijos de las madres que están trabajando. La mayoría de las fábricas tienen clínicas bien equipadas en sus instalaciones.

El género se ha convertido en un tema clave a la hora de valorar los derechos de los trabajadores. Para defender sus derechos hoy en día se debe hacer mucho más que manifestarse simplemente por los salarios, subsidios de vivienda y permisos para ausentarse del trabajo. Estas ONGs incluso insisten en detalles como el número de baños según la cantidad de empleados.

Pero el factor que contribuye de manera más importante en la disminución de la influencia de los sindicatos en África oriental es la gravedad del problema del desempleo en la región.

La cantidad de sindicatos está en un mínimo histórico. Mientras tanto, la inseguridad laboral se ha convertido en problema importante. Actualmente, es muy difícil encontrar un trabajo de por vida en Ruanda, Uganda, Kenya y Tanzania.

Al adoptar el consenso de Washington, los países de la región han estado echando a la calle a los trabajadores en cantidades ingentes.

En el sector público, decenas de miles de trabajos se han perdido gracias a las políticas de reestructuración de plantilla, recortes de personal y reducción de gastos defendidas por el Banco Mundial.

En el pasado, en Kenya las empresas tenían que solicitar la aprobación del Ministerio de Trabajo antes de poner en práctica la reducción de efectivos.

El despido de los trabajadores se tenía que justificar con complicadas operaciones matemáticas. Hoy en día, los empresarios hacen lo que les place.

Cada vez que un país lleva a cabo una privatización en África oriental, las primeras víctimas son los trabajadores pues se tiene que reducir la mano de obra para poder vender la empresa a inversores extranjeros.

La situación de desempleo grave en África oriental explica la gran expansión de la economía de venta ambulante en la mayoría de las zonas urbanas.

Esos miles de vendedores ambulantes que se pueden ver en Owino Market en Kampala, Kariakoo Market en Dar es Salaam o Gikomba en Nairobi no son más que un síntoma del serio problema de desempleo de la región.

El problema del desempleo en África oriental también está ligado al surgimiento incontrolado de kioscos, la explosión de barrios bajos y otros “asentamientos” en zonas urbanas y a la expansión de los negocios matatu en Nairobi, el dala dala en Dar y al “taxi” en Kampala.

Las economías de Kenya, Tanzania y Uganda perdieron hace tiempo la capacidad de ofrecer trabajos adecuados y decentes a sus ciudadanos.

En el pasado, las personas que dejaban la escuela habrían conseguido un trabajo en una empresa de autobuses que ofreciera servicios de transporte fijados programados entre diferentes lugares en Dar es Salaam o Nairobi, cuyos términos se negociarían a través del sistema de negociación colectiva.

Hoy en día, la mejor alternativa que tienen es un trabajo como conductor de un dala dala, makanga o matatu o de un boda boda en Kampala o Kigali.

Cuando nuestro pueblo recurre al comercio ambulante no es porque le guste. La alternativa es el paro permanente y el hambre. No estoy de acuerdo con los que afirman que el sector informal, jua kali como es conocido en Kenya, sea una solución.

El sector informal es un síntoma del desempleo, no una solución. Si se visita el Owino Market en Kampla, o Kariakoo en Dar, es probable encontrar adultos sanos sentados en una esquina durante horas y horas, vendiendo dulces y cacahuetes o adolescentes que deambulan con una amplia variedad de falsificaciones chinas de linternas, equipos hi-fi, baterías y juguetes colgados en el cuello, buscando clientes incansablemente.

El comercio ambulante es algo contra lo que los legisladores tendrían que luchar para poder eliminarlo, para que pudiéramos ofrecer a la mayoría de nuestra gente trabajos con unas horas de trabajo estipuladas, bajas pagadas, una cobertura médica adecuada, y salarios que son lo suficientemente decentes para poder pagar un hogar modesto, los gastos de transporte y los gastos de la escuela de los niños.

¿Qué quiero decir con esto? Que las instituciones y leyes que se ocupan del sistema de relaciones industriales en África oriental deben reformarse para que puedan reflejar las condiciones de trabajo cambiantes.

Las huelgas son malas para el comercio. Como las tarifas altas, las huelgas frecuentes impiden el comercio y la actividad empresarial. Pero posponerlas y conseguir que los tribunales las declaren ilegales es contraproducente.

¿Por qué las huelgas se están volviendo tan populares en el sector público? En Kenya, los enfermeros, médicos y controladores aéreos han amenazado con ir dejar de trabajar.

Yo culpo a la congelación de los salarios de los funcionarios y las reformas llevadas a cabo de un modo caprichoso. Las revisiones de los salarios de los funcionarios se realizan de manera infrecuente, al antojo de los políticos.

Y cada vez que se llevan a cabo aumentos de salario, a los funcionarios más organizados y con más voz, como los profesores, se les revisa más frecuentemente los salarios que al resto.

Esto ha originado mayores diferencias. Y, conforme las economías de África oriental se liberalizan, se ha creado un nuevo tipo de instituciones públicas.

Hemos sido testigos de la proliferación de autoridades reguladores en África oriental. Cuando abrimos los sectores de la telecomunicación a nuevos jugadores, tuvimos que crear reguladores que moderaran los intereses competitivos.

Hoy en día, tenemos la Tanzania Communications Commission, la Communications Commission of Kenya y la Uganda Telecommunications Commission.

En el sector energético, tenemos una comisión que regula la electricidad. Han surgido nuevas instituciones en el ámbito de integridad y corrupción.

Todos los países de la región tienen agencias de anticorrupción. La tendencia ha sido pagar a las personas que trabajan en estas instituciones mejor que a la mayoría de los funcionarios, lo que han justificado alegando que se tenían que pagar salarios comparables los del sector privado.

El resultado final es que los servicios públicos en África oriental tienen cotos en los que trabajan funcionarios bien pagados junto a personas que trabajan como esclavos a los que se les paga muy mal. Ha surgido una aristocracia laboral dentro de los servicios públicos.

Este fenómeno explica por qué hay demasiadas categorías “ocupacionales” en los servicios públicos y por qué los enfermeros, médicos, policías y profesores se han manifestado para obtener mejores salarios.

Al problema hay que añadirle el hecho de que los funcionarios no tengan sindicatos fuertes. Permitir que los funcionarios formen sus sindicatos puede ser algo difícil de digerir en el mundo en el que vivimos hoy en día.

Pero es difícil negociar las condiciones laborales en un ambiente en el ninguna organización vele por ellos.

África oriental debe comenzar un debate sobre el tipo de actividad sindical que quiere ver en los servicios públicos.

Si no se hace esto, debemos prepararnos para huelgas frecuentes, especialmente de trabajadores que ofrecen servicios públicos indispensables como los médicos, magistrados, policías, enfermeros o controladores aéreos.

Jaindi Kisero

Artículo publicado en el The East African, el 30 de octubre de 2008

Traducido por Laura Betancort, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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