África: el porqué de mi pasión por Suráfrica

1/09/2009 | Opinión

Kampala¬- Una visión general del Soccer City, también conocido como el FNB Stadium (First National Bank), en Johannesburgo, Suráfrica, valorado en 3.000 millones de rand (373 millones de dólares), un estadio con una capacidad significativa de 94.000 espectadores, que se asemeja a una enorme calabaza, a una calabaza hueca usada como una olla o una portadora de agua a lo largo y ancho de África.

A mediados del pasado mes de julio, estuve en Durban, Suráfrica, en los Premios Periodista Africano de la CNN Multichoice.

Cada vez que recibo una invitación para ir a Suráfrica, la recibo con entusiasmo. Me encanta visitar ese país imperfecto pero organizado, que a menudo me devuelve la esperanza de que el resto del continente no esté lejos de la redención.

Durante mis dos últimos viajes, la nación del arco iris ha estado concentrada en el esfuerzo frenético de preparar la Copa Mundial de Fútbol 2010. Me he quedado pasmado ante la magnitud de la tarea.

Pero lo que me ha dejado aún más perplejo es cómo Suráfrica está empeñada en celebrar un evento que no perpetúe el estereotipo de ineficiencia, caos y desesperanza africana, sino más bien en uno que iguale o incluso supere los estándares de las anteriores Copas Mundiales.

Como observador accidental del valor total de la operación, la cual costará alrededor de 700.000 millones de rand, conseguir que Suráfrica esté preparada para la Copa Mundial; lo que me deja impresionado es la capacidad del país para reunir los recursos necesarios, movilizar al espíritu nacional e incluso atreverse a creer que pueden.

Situándonos en el contexto, uno no puede evitar recordar que Sudáfrica es con mucho la nación más rica del continente, gracias a una historia de explotación de la población indígena con el fin de aupar al poder a la minoría blanca.

En mi anterior visita a Suráfrica, visité el Museo del Apartheid en Johannesburgo y aunque no completé el recorrido, después de dos horas de camino, quedó claro que el Apartheid no era un fin en sí mismo, sino un modelo de desarrollo, que fracasó debido a lo absurdo de separar la moralidad de la riqueza acumulada.

Las nefastas consecuencias de este sistema amoral se acusaron en la elevada tasa de criminalidad, en una prevalencia creciente del VIH / SIDA, y en una pobreza infrahumana de una parte significativa de la población.

Conscientes de que no pueden matar a la gallina de los huevos de oro, el Congreso Nacional Africano (ANC, African National Congress), que ha gobernado en los últimos 15 años, ha tenido que hacer equilibrios para contrarrestar la necesidad de corregir las desigualdades raciales con respecto a la riqueza, al tiempo que ha consentido que los dirigentes blancos de las empresas de Suráfrica prosperen para financiar un ambicioso plan de redistribución.

Existen muchos problemas a la hora de redistribuir la riqueza, sin tener que hablar de corrupción.

Hay una mención especial para los funcionarios surafricanos que se atiborran a expensas de sus hermanos con menos enchufe. Se cuestiona la decisión del partido dirigente de llamar a sus funcionarios al orden y tampoco está claro que las instituciones existentes puedan rechazar los chanchullos, la corrupción que muchas veces se oculta bajo un falso sentido del derecho y que amenaza con arruinar otro proyecto prometedor.

No obstante, gente como Danny Jordan, quien está al mando de la organización de la Copa Mundial 2010, te devuelve la esperanza de que a pesar de los inminentes peligros que se divisan en el horizonte surafricano, no hay nada que una acción patriótica, coordinada y con un objetivo, no pueda superar.

Al hablar con los periodistas al frente de los Premios Periodista Africano de la CNN Multichoice, Jordan asumió algunos de estos retos, pero se mantuvo inalterable en su creencia de que el gran espectáculo de fútbol del año que viene será un éxito abrumador.

Pero en lugar de que parezca fácil cargar con las expectativas de este continente loco por el fútbol, Jordan enseguida desinfla las esperanzas de un evento perfecto.

Cuando se le comenta si la amenaza de huelgas inminentes comprometerán la lenta marcha de la Copa Mundial, él responde:

—“El reto de África es que se la juzgue según la percepción, mientras que a Europa se la juzga según la realidad”.

El año pasado durante la final de la Copa Mundial de Rugby en Paris, él comentó que tuvo que caminar desde su hotel al estadio porque los trabajadores del transporte público estaban en huelga:

—“Nadie dijo nada sobre la huelga, pero todos hablaban insistentemente del éxito del evento. África también tiene una realidad que se pondrá de manifiesto en la Copa Mundial”.

La Copa Mundial, al unir a todo un país por una causa común, servirá para la transmutación final del sistema divisorio y represivo anterior en una fuerza para la unidad nacional y el desarrollo.

Y la razón de mi pasión por Suráfrica, es el dejar a un lado mi cinismo hacia las perspectivas de mi continente.

Paul Busharizi

Copyright © 2009 New Vision. Uganda, 24 de julio de 2009.

Traducido por Ana Jaén Castilla, para Fundación Sur.

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