África: dictaduras y elecciones “precocinadas”

1/02/2008 | Opinión

El mes pasado, una información emitida en Radio Canadá, referente a África, sólo habrá servido para perpetuar un “miserabilismo” que no tiene en cuenta las realidades de la vida cotidiana en el continente. Como cooperante, me gustaría plantear aquí algunos aspectos importantes de la problemática del desarrollo en África, a saber, la perpetuación de las dictaduras bajo disfraces, digamos democráticos…
A pesar de años de democracia en África, es preciso vivir en este continente, para percatarse de que la dictadura está siempre presente y muy viva aquí. La vida de cada día nos muestra, de hecho, hasta qué punto los efectos de estas dictaduras influyen en las diversas ramificaciones de lo cotidiano.

El funcionamiento de la dictadura

Muchos creen que un régimen dictatorial se resume en un partido único con un gobierno totalmente orientado a satisfacer las necesidades de sus miembros y con un ejército que lo apoya, totalmente sometido al partido y dispuesto a mantener a raya toda oposición o fuerza de rebelión, por medio de la intimidación. La dictadura en África es mucho más que eso. Se extiende y penetra hasta las actividades económicas cotidianas.

Es así como los miembros influyentes del partido reinante en un país africano se tornan presidentes, directores comerciales o directores técnicos de las sociedades estatales, sea en el campo de la telefonía y de las telecomunicaciones, sin olvidarlos puestos influyentes en las aduanas de puertos y aeropuertos. En esos lugares, gracias a la corrupción, los funcionarios se enriquecen de manera exponencial con los derechos de aduanas y los fraudes de “hacer la vista gorda” y “mirar para otro lado”. Por eso a esta gentuza le cuesta tanto dejar voluntariamente un aparato político, que los enriquece abundantemente en poco tiempo.

El dinero desviado

Esta mentalidad dictatorial se manifiesta también por medio de la corrupción fiscal, que arruina toda tentativa de construir un auténtico Tesoro Público. El dinero de los impuestos y tasas, que normalmente debería ir destinado a financiar la construcción y conservación de la red de carreteras y calles de las ciudades, a la construcción de escuelas y dispensarios, es con frecuencia desviado hacia los bolsillos de los miembros importantes del partido.

Una amiga togolesa me contaba, que para favorecer su ascensión profesional en la función pública, fue solicitada para hacerse miembro del partido reinante. De este modo la dictadura en África posee raíces profundas, que condicionan toda la vida cotidiana.

Con estas perspectivas, es evidente que las nuevas exigencias democráticas de los países desarrollados frente a África implican que, entonces, la dictadura pretenda legitimar su existencia con elecciones, que se reducen a un montaje manipulado.

Es un hecho comprobado, que los miembros del partido reinante nunca abandonarán voluntariamente un poder político, que les garantiza todos los puestos de mando de las Sociedades Estatales y otros monopolios del Estado, gracias a los que se enriquecen de forma exponencial. Así se torna extremadamente difícil entrever cualquier cambio saludable, tanto más que esos regímenes legitimados por elecciones de opereta, luego son reconocidos por países como Francia, que es siempre una de las primeras naciones en aceptar y reconocer a esos gobiernos “bananeros”.

El mayor obstáculo para el desarrollo

Una carta dirigida recientemente al diario “Devoir” (El Deber) ha propuesto a debate el problema de la militarización de África, considerándolo un freno para el desarrollo. Desde luego existe una correlación entre la militarización de un país subdesarrollado y el impacto que produce la misma sobre su nivel de vida. Tomemos un ejemplo para ilustrar esta conclusión: Si Québec, con sus 7 millones de habitantes, tuviera que financiar un ejército como el de Togo, país que sólo tiene 4.500.000 habitantes, el nivel de vida de Québec se vería muy afectado.
Imaginemos, pues, el impacto negativo que su ejército produce en Togo
Los países de África Occidental invierten en armamento, más que en educación o salud. Es la triste y desoladora herencia que les dejó Francia. Realmente una herencia de quincallería militar obsoleta y de dictaduras legitimadas por elecciones de marionetas como en Gabón, Togo, Chad, Burkina Faso, etc…

Francia se ha atrevido a hablar del impacto positivo de la colonización. Hace falta tener mucha “cara dura” para hablar de esta manera. Es evidente que Francia se esconde detrás del principio de una cooperación militar, para justificar sus maniobras poco honorables, cuyo único objetivo es defender sus propios intereses ante todo. Esta cooperación militar empobrece a África y enriquece a Francia.

Hasta se puede concluir que el nivel de vida de los franceses depende de la explotación vergonzosa de los países africanos. Esta es la herencia que Francia ha dejado al África. Son estas realidades las que la Sociedad RADIO-CANADÁ podría tener en cuenta en futuros reportajes provenientes de África.

Marc Gothrich

Cooperante canadiense en Togo

Artículo publicado en el diario ‘Le Togolais’ el 17 de enero de 2008.

Traducido por Antonio Molina, del Departamento África de la Fundación Sur.

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