Adquisición de tierras de cultivo: Suráfrica – Congo ¿explotación o salvación?

14/05/2010 | Crónicas y reportajes

Ha sido denominada la nueva “Gran Marcha” (1) por los surafricanos que conocen su historia.

En la actualidad, más de 30 millones de hectáreas en casi 30 países africanos han sido subastados a un gran número de corporaciones y gobiernos, desde China – que agrupa una quinta parte de la población mundial y el 8% de las tierras cultivables del mundo – hasta las naciones ricas en petróleo y pobres en agua del Golfo.

Los acuerdos alcanzados en estas concesiones se mantienen a menudo en secreto y por lo general se caracterizan por permitir el uso libre del agua, la repatriación de los beneficios, exenciones fiscales y capacidad de los inversores a adquirir tierras sin costo alguno, con poca o ninguna restricción sobre el volumen de exportación y uso de los productos obtenidos, a cambio tan sólo de la promesa de desarrollar las infraestructuras y mercados necesarios.

Sin embargo, los términos de las “cesiones” varían de un país a otro y de cada caso. En algunos casos, el país que “cede” las tierras impone sus condiciones y en otros casos, los países “receptores” e inversores tienen la última palabra.

Mientras sigue el debate sobre estos acuerdos, continúa en el candelero la “cesión” de las tierras congoleñas: la concesión de 200.000 hectáreas a los agricultores surafricanos, con más de 10 millones de hectáreas en la balanza, parece haber marcado distancia con los términos de negociación habituales de las multinacionales para la adquisición extranjera de tierras fértiles. Hasta la fecha, la agricultura en estas tierras se había destinado únicamente al consumo doméstico, habiendo así seguridad alimentaria para la población. Ahora se ha visto que unos buenos rendimientos de los cultivos poseerían el potencial de reducir la deuda en circulación de la República del Congo [Brazzaville] del 70% al 40% del PIB en un año.

Un empleado de la empresa Absa Agrobussiness, compañía líder en la financiación del sector agrícola, declaró: «Los agricultores surafricanos son capaces de trabajar las tierras sin apoyo gubernamental, pueden competir contra los mejores del mundo e incluso con nuestros escasos recursos, producir beneficios».

Andre Botha, presidente de Agri Gauteng, división de Agri SA (asociación de agricultores surafricanos principalmente de origen afrikáner) declaró: «Existen tres razones principales por las que estamos en el Congo Brazzaville: La primera es, por supuesto, para diversificar nuestros negocios, la segunda es ayudar a los agricultores locales a desarrollar comercialmente su propia tierra, la tercera razón es ayudar al gobierno surafricano a cumplir las expectativas del mundo respecto a la estabilización del continente africano mediante el intercambio de conocimientos y tecnología».

Agri SA, fue contactado inicialmente en enero del 2009 por el gobierno congoleño que buscaba tratar con una organización de agricultores no gubernamental.

Su sindicato, una organización federal formada en 1904, está compuesto por 70.000 agricultores comerciales surafricanos a gran y pequeña escala. Promueven ayudas a sus miembros sirviendo de enlace empresarial, colaborando en el desarrollo y la transferencia de tecnología de la información, comercio, industria, agua, tierra, asuntos económicos y medioambientales así como trabajo y formación.

«Nuestro propio gobierno y el del Congo establecieron acuerdos bilaterales en 2003, y nuevamente en 2005 que fueron ratificados en el Parlamento», dijo Botha.

Congo: Un “paraíso” para los agricultores de surafricanos

Las tierras han sido catalogadas como «infrautilizadas» por Agri SA y el gobierno congoleño, este último señalando que no había congoleños autoabasteciéndose de ellas. Las numerosas granjas propiedad del estado congoleño, abandonadas durante 12 años, se encuentran situadas entre dos cadenas montañosas en el fértil valle de Nyari. Pese al descuido y el deterioro de las viviendas e infraestructuras existentes, el vicepresidente de Agri SA, Dr. Theo de Jager, mantiene que el conjunto de las tierras está en buenas condiciones».

«Para nosotros, estas tierras son el paraíso», dice De Jager. «Hay mucha lluvia al año, dos estaciones lluviosas, la primera de octubre a marzo recibiendo los dos tercios del total. Los agricultores se trasladarán a las casas existentes, el tipo y el tamaño de la casa asignada dependerán de las necesidades de cada caso y se negociarán entre los agricultores y el gobierno congoleño. Las granjas de pollos requieren mucho menos espacio que las fincas de yuca, por ejemplo.»

Para hacerse a la idea de la riqueza de las tierras congoleñas, una sola hectárea de tierra seca del Congo, por ejemplo, es capaz de producir 10 toneladas de maíz en vez de las tres toneladas que se obtendrían en Suráfrica. Aunque los contratos entre los países ya han sido firmados, los acuerdos individuales entre los agricultores y el gobierno congoleño determinarán los criterios de selección de las tierras asignadas, la estructura administrativa, los rendimientos y otros factores. Se espera que los acuerdos finales se firmen antes del Año Nuevo. «Al principio, los agricultores estarán obligados a autofinanciarse los proyectos, sin embargo», dice De Jager, «los agricultores no pagarán impuestos de importación y maquinaria, a diferencia de en Suráfrica donde están fuertemente gravados. Además, los agricultores podrán enviar sus ganancias a cualquier parte del mundo y recibir una exención fiscal de cinco años”.

Más de 25 millones de hectáreas de tierra en el Congo permanecen sin cultivar.

«Muchos agricultores involucrados en el desarrollo de tierras vírgenes para cultivos de aguacate, plátanos y nueces de Macadamia están entusiasmados con la riqueza de las tierras del Congo», dice De Jager.

A pesar de que Suráfrica se autoabastece y exporta alimentos – la agricultura supone el 15% del PIB – el 90% de sus tierras son áridas y semiáridas con una tasa de precipitación promedia muy baja, una alta variabilidad en las estaciones, haciendo a los cultivos vulnerables a la sequía. El sector de agricultura, muy vinculado a los surafricanos, genera el 9% del empleo de la nación; Comparativamente, la industria láctea, por ejemplo, emplea a 60 000 trabajadores.

El ángulo Surafricano

A pesar de las duras condiciones climatológicas mencionadas, en Suráfrica, no es el clima físico lo que ha desencadenado la alarma social sino el clima político creado por el presidente Jacob Zuma y su compromiso político de transferir antes del 2014 el 30% de las tierras de cultivo de Suráfrica a los desfavorecidos de la época del apartheid.

En la actualidad, tan sólo el 4% de la tierra ha sido “transferida” desde el fin del apartheid en 1994, cuando el 90% de las mismas era poseído por el 10% población, más concretamente, las minorías blancas. ¿Es la oferta del Congo el comienzo de una nueva ola de emigración de los agricultores blancos, principalmente los afrikáner, amenazada por una posible pérdida de los derechos de propiedad en el futuro?

A pesar de que los 1.700 agricultores interesados provienen del sur de África, el flujo predominante proviene de la zona norte y oriental del Cabo, donde los temores de expropiación de las tierras han provocado incertidumbre sobre el futuro de los agricultores.

«Estamos entrando en el undécimo año de las expropiaciones de tierras. Ninguna de las granjas expropiadas ha resultado comercialmente rentable. Mi propia granja, con 26.000 árboles de mango, me fue expropiada – hoy en día, sólo quedan cuatro árboles. Algunos agricultores, como los de la industria bananera, temen invertir por miedo a la una futura expropiación «afirma un agricultor.

Aunque el ministerio de Agricultura surafricano emitió la difícil directiva de que, o se explotaba la tierra o se expropiaría de nuevo, a principios de año, el propio ministerio no ha aceptado la ayuda de las asociaciones de agricultores sudafricanas, quizá por falta de voluntad política, de reconocer la capacidad de una unión organizada agricultores y sus valiosos conocimientos.

«Simplemente transfiriendo las tierras de un dueño a otro – incluso exigiendo que sean explotadas- no es suficiente. De los 103 proyectos que estamos siguiendo, sólo 76 son comercialmente rentables. Tenemos mucho que aportar y estamos muy dispuestos ayudar, pero el ministerio no ha mostrado interés por nosotros», dijo De Jager.

«La redistribución no es una amenaza», añade Botha, «sino una realidad que reconoce la injusticia en cuanto al reparto de las tierras en el pasado; la tierra redistribuida seguirá siendo productiva para proteger nuestra seguridad alimentaria”.

«Somos una asociación de agricultores no racista», dice. «No tenemos ningún problema con el gobierno de Zuma. De hecho, fue Zuma quien dijo al país antes de ser elegido presidente que los afrikáners eran verdaderos surafricanos.”

Las explotaciones del Congo no son el centro de la actividad agraria de los surafricanos allí instalados, sino extensiones de las explotaciones de Suráfrica. De los 70 agricultores que ya han emprendido la “Gran Marcha” ninguno ha vendido sus tierras en Suráfrica.

La seguridad alimentaria es el objetivo

Aunque el gobierno surafricano aún no contempla la posibilidad de colaborar con Agri SA y otras asociaciones de agricultores similares, muchos otros países africanos sí lo han hecho. Más de 20 solicitudes, las más recientes de Libia y Mozambique, han solicitado la colaboración con los agricultores surafricanos.

El problema de asegurar los alimentos cobró su mayor importancia durante el año 2008, cuando la inflación produjo un increíble aumento del 140% en los precios de los alimentos, especialmente en cereales como el trigo y el maíz, llevando a más de 100 millones de personas a estar por debajo del umbral de pobreza. Según un informe confidencial filtrado a la prensa, escrito por Don Mitchell (analista senior en el Banco Mundial), el 75% de la inflación fue causada por la conversión de tierras cultivables en cultivos para biocombustibles.

Para Suráfrica, la inflación de los alimentos (16%, a mediados de 2009) sigue siendo una de las principales causas de la inflación global, según el Índice de Precios al Consumidor, y está presuntamente causada por el aumento de la improductividad de las tierras expropiadas a los afrikáner y cedidas a los desfavorecidos del apartheid.

Pero pocos países tienen más inseguridad alimentaria y dependen tanto de las importaciones como el Congo, situada en el África central y rodeada por Gabón, la provincia angoleña de Cabinda, el Golfo de Guinea y Camerún. Más del 50% de los congoleños están desnutridos y viven con 1,25 dólares al día. La asistencia sanitaria supone sólo entre el 1,7 y el 3% del gasto público. El petróleo representa casi el 90% de los ingresos de exportación mientras que los alimentos constituyen tan sólo un ingreso estimado de 2.700 millones de dólares (2008).

«Recibimos la tierra de forma gratuita. No hay restricciones sobre las exportaciones, pero teniendo en cuenta los precios de los alimentos en el Congo, tendrías que estar loco para exportar nada. Los tomates importados de Francia se cotizan a unas 10 libras esterlinas [unos 11,70 euros] por kilo en el país», dice De Jager de Agri SA.

A pesar de la reacción negativa de Francia, colonizador y primer “beneficiario” del comercio y la industria extractiva del Congo, el acuerdo marca una de las primeras concesiones de tierras entre una asociación de agricultores y un Estado africano.

El acuerdo, sujeto a la valoración de un comité, proporciona a los agricultores surafricanos un contrato de arrendamiento por 30 años, renovable por otros 30 años y exenciones fiscales. El comité está compuesto por seis personas – tres representantes de Agri SA y tres del gobierno congoleño.

«El gobierno se ofreció a proporcionar seguridad», dijo Botha, «pero no hay hostilidad ni delincuencia. Nos sentimos muy agradecidos por la acogida de la población local».

En cuanto a la protección de la inversiones de los agricultores surafricanos, Botha reveló la existencia de acuerdos formales de gobierno a gobierno», en el caso de que las tierras fueran expropiadas por cualquier motivo, como la creación de una reserva natural, los agricultores serán compensados por la tierra, las infraestructuras existentes y la pérdida de producción, el nivel de compensación dependerá de la escala de producción. La competencia para resolver las controversias es del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.

La “ocupación” de la tierra

Pero ¿qué pasa con los agricultores “ilegales” que actualmente explotan las tierras de las orillas del río Congo destinadas a los nuevos ocupantes surafricanos?

¿Cómo afectará a los agricultores la decisión de «exportar la titularidad» de tierras fértiles a manos extranjeras? Pakistán ya ha aprobado el uso del ejército para mantener la seguridad en las tierras concedidas, mientras que el gobierno congoleño no tiene previsto dar el mismo apoyo a los agricultores recién llegados.

El acuerdo del Congo ha sido objeto de muchas críticas de algunos sectores. «Este tipo de acuerdos se limitan a proporcionar una plataforma políticamente aceptada para establecer canales de comercialización para el sector privado y así monopolizar la agricultura y expulsar a los pequeños agricultores. Esto está sucediendo en toda África», declaró Strauss-Elfrieda Pschorn de Grain, una ONG africana que promueve la gestión sostenible de las tierras agrícolas.

«En un principio, se ofrecen las tierras a las orillas del río, pero la tendencia en otros acuerdos similares en África es que los inversores también quieren una buena infraestructura y acceso al riego y, normalmente, éstas son las tierras que los agricultores locales prefieren también. De esta manera, el desplazamiento de los agricultores es una característica de estos acuerdos», afirma Pschorn-Strauss.

Según la FAO (3), «Muchos acuerdos sobre las tierras parecen haber sido firmados entre inversores y los gobiernos de los países receptores con poca preocupación por si el trato sería beneficioso para la población local, la insuficiente documentación sobre los derechos de los pequeños agricultores que explotan la tierra, les impide poder reclamar sus derechos… Tierra “excedente” no significa que esté inutilaza o sin ocupar. Por lo tanto se necesitan urgentemente mejores sistemas para reconocer los derechos sobre la tierra.

Por desgracia para los agricultores de África, los líderes políticos y los gobiernos provinciales y nacionales han estado siempre muy dispuestos a vender las tierras ya habitadas por ciudadanos que carecían de títulos sobre ellas – a menudo producto de las costumbres comunales – de manera que las mejores tierras y recursos hídricos van a parar de forma gratuita a las multinacionales, a menudo a cambio de planes de desarrollo secretos.

Esto es especialmente dramático en África que sigue siendo el continente con más hambre del mundo. Con lluvias torrenciales afectando al 70% de los países africanos, incluidos países como Sudán y Etiopía, el concepto de expropiaciones masivas de tierras genera más nerviosismo.

En África, los cultivos y los pastizales constituyen la principal «riqueza» – estimada en un 70% – posicionando las economías africanas en la primera línea del calentamiento global. Las exenciones fiscales concedidas a las multinacionales también erosionan las bases del desarrollo financiero y evitan la redistribución de los ingresos en capital intangible – la principal fuente de riqueza para las naciones desarrolladas.

Con este fin, la ONU está en el proceso de crear de un «código de conducta» que regule los términos de los acuerdos y la reducción del nivel secretismo (confidencialidad). «En el peor de los casos, es justo decir que estamos ante casos de neocolonialismo», dijo David Hallam del departamento de comercia de la FAO.

Sin embargo, a diferencia de muchos países de África, el Congo está cada vez más urbanizado, con cerca del 70% de la población residente en la capital Brazzaville, y ciudades como Pointe-Noire y Dolisie, o a lo largo de las líneas de ferrocarril que conectan los centros urbanos.

Los agricultores de Suráfrica, dijo Botha, tratan de convertir el Congo en un exportador neto de alimentos a otras naciones africanas. «Esto es parte del acuerdo y tendrá un enorme impacto en las zonas rurales, generando ingresos mediante la producción y el empleo», dice.

Pero sólo el tiempo dirá si los altamente cualificados granjeros blancos de Suráfrica liberarán el potencial “dormido” del Congo y de otros lugares, ayudando a liberar al continente de la inseguridad alimentaria. Si se hace correctamente – con la intención de colaborar y cooperar con los agricultores locales del Congo, luchando contra la exención temporal de impuestos y otros movimientos antidemocráticos en contra de los recursos de propiedad común, esta cooperación significaría una ruptura con el legado del apartheid y una aproximación al Ubuntu (4), que predica el compartir los medios para la supervivencia, la prosperidad y la humanidad.

Por Sharife Khadija

(Publicado en Mail & Guardian, Suráfrica, el 12 de marzo 2010)

1-La Gran Marcha (The Great Trek) fue un movimiento migratorio que condujo a multitud de bóers que vivían en los territorios orientales de la Colonia Británica del Cabo de Buena Esperanza hasta territorios del interior de África situados al nordeste del río Orange. También se conoce como Gran Marcha o Gran Viaje dificultoso (Groot Trek en afrikáans, ‘Gran Migración’) Se calcula que entre 1835 y 1843 entre doce y quince mil afrikáners tomaron parte en dicha migración.

2-GRAIN; Organización Africana que promueve la explotación sostenible de las tierras agrícolas.

3- FAO ( Food and Agriculture organization of United Nations); Organización para los alimentos y la agricultura de las Naciones Unidas.

4-Ubuntu; es una regla ética o ideología sudafricana enfocada en la lealtad de las personas y las relaciones entre éstas. La palabra proviene de las lenguas zulú y xhosa. Ubuntu es visto como un concepto africano tradicional.

Traducido por Mª Ángeles Aragoneses, para Fundación Sur.

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