Acogida para presidentes retirados en vida

22/10/2007 | Opinión

Estoy en Oslo, donde hemos estado hablando sobre las Nuevas Imágenes de África con un montón de gente que sabe sobre estas cosas. Mo Ibrahim, el multimillonario de los teléfonos móviles, habló con nosotros sobre su fundación, que ha lanzado un índice que mide cómo son gobernados los países de África. Este año es el primero que otorgan un premio a un presidente elegido democráticamente, que se haya retirado tras unas elecciones democráticas.

Una idea sensata, mucho mejor de lo que creen muchos críticos. El liderazgo, en casi todas partes, es extremadamente difícil de manejar, y un buen liderazgo necesita ser premiado. No lo dudo.

Yo estaba en Transkei, a principios de los noventa, y mientras allí oíamos las palabras de los ugandeses que habían visitado sus casas sobre los cambios fenomenales que estaban teniendo lugar. Hasta finales de los ochenta, Uganda era el mejor ejemplo de estado fracasado, y Idi Amin era el símbolo internacional de la disfunción nacional. Más tarde, el SIDA había reemplazado a Amin en esta caricatura del África Naipauliana – “Ugga Booga”, muerte y horror generalizado.

En tan solo unos años todo eso había dado la vuelta. Yoweri Museveni y los líderes que lo rodeaban pasaron a través de estos problemas como cuchillos afilados, y con enfoque, diálogo y visión lograron hacer lo que parecía imposible: hacer funcionar Uganda otra vez.

Mirar hacia atrás es una cosa terrible: tras haber hecho la retrospección, sin embargo, parece que todo era algo posible. Olvidamos cuánto se hizo. Vi a doctores, maestros y profesionales hacer las maletas y abandonar todo basándose en las promesas de Museveni. Dejaron buenos trabajos y vidas establecidas para marcharse y comenzar a construir un país de poco más que esperanza.

Hoy Museveni está gordo, -yo también lo estoy- pero la imagen funciona mucho mejor para un político. Se ha vuelto pomposo, errático y un matón. No es del todo su culpa. Intensas olas de gratitud han estado fluyendo hacia él durante mucho tiempo. Nosotros hacemos a nuestros líderes, y algunas veces nos damos prisa en culparles por su “grandeza”, olvidando que nosotros salimos por ahí a bailar diciendo “Presidente para siempre”.

A lo largo de los últimos 20 años una nueva generación de líderes llegó al poder en muchos países africanos. Hemos visto un ciclo que ahora es posible medir. En Eritrea, Etiopía, Ghana, Uganda, Ruanda (Kagame seguro que es el primer ejemplo de esto) hemos conocido a estos fijadores – estos líderes de alta función y temprana disciplina, que cuentan con las cualidades necesarias y la visión para llevar a sus países de los imposible a lo bastante probable. Pero no hemos encontrado la manera de garantizar su seguridad más allá de eso. Es simplemente un problema de nombrar una cosa y crear las posibilidades viables para esa cosa. ¿Quién es esta gente para nosotros? ¿Qué tenemos que hacer con ellos?

Ahora, ninguno de estos señores tiene muchas posibilidades de ganar un premio por su buen gobierno, y muchos de ellos no son la gente correcta para “fomentar la democracia”. Pero, a su manera, han promovido valores verdaderos. Necesitamos tener una conversación sobre qué hacer con ellos para que sigan siendo útiles, pero empujarles a un lado, sí, empujarles, cuando se haya terminado el asunto de la “crisis”.

Esto puede parecer imposible, ciertamente, lo que ha pasado hasta ahora es que después de que gran parte del trabajo está hecho, este tipo de hombres, (hombres inevitablemente) se presentan a las elecciones y ganan con gran euforia al fina, cuando deberían haberse ido a casa y dejar las cosas a los hombres democráticos y tecnócratas.
La tercera legislatura se convierte en la fofa: empiezan gorgoteando tonterías, construyendo catedrales, limpiando bosques para los inversores, utilizando a sus mujeres para construir imperios económicos, aconsejando a los científicos sobre la amenaza del SIDA y queriendo pasar su imperio a sus hijos.

Los sabemos. Esto es la rutina para nosotros. Aún así, parece que cada ver que nos encontramos con esto es Nuevo para nosotros y exclamamos. “oh, Dios mío, ¿Por qué? ¿Qué está haciendo esta persona?”. Continuamente, escucho a gente que habla de gobierno y estas cosas que pasan, sobre “construcción institucional”.

Puede que ya sea hora de que alguien construya una institución, una grande y hermosa, bien fundada y con prestigio, asentada sobre un lugar tranquilo, donde estas personas se sepan apreciados y a salvo, un lugar que consideren que pueden alcanzar. Para mi está claro que ahora ellos viven con miedos y sueños de que sólo se empeora si hacemos lo que hemos estado haciendo hasta ahora, -premiarles por completo y después demonizarles por completo, hasta que quieran utilizar la Nación entera como escudo y ni siquiera se dan cuenta de ello.

Y no, para aquellos que lo están pensando, no estoy hablando de Robert Mugabe, ni de Thabo Mbeki.

Binyavanga Wainaina

Artículo sacado del diario de Suráfrica, ‘Mail & Guardian’, el 22 Octubre de 2007

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