¿A quién ayuda la ayuda?, por Aurora Moreno Alcojor

27/04/2015 | Bitácora africana

Es la pregunta que durante años se ha hecho David Sogge, investigador sobre políticas de Ayuda Exterior especializado en África (Angola, Mozambique y Sudáfrica, especialmente) y autor de numerosos libros sobre el tema, entre otros Dar y tomar, ¿Qué sucede con la ayuda internacional? . ¿Cómo es posible que después de años y años de ‘enviar’ millones de euros/ dólares a los países del Tercer Mundo, no se hayan revertido ya determinadas situaciones de pobreza? ¿Cómo es posible que algunos países, teóricamente receptores netos de ayuda, estén hoy igual o peor si cabe, que en los años 60?

La respuesta puede ser doble. No cabe duda de que mucho de este dinero se ha malgastado o, directamente, ha terminando engrosando las arcas de determinados gobernantes. Sin embargo, hay otra parte que tampoco ha tenido ningún efecto porque, en realidad, el dinero no fluye, como creemos, de los países ricos a los menos desarrollados si no, precisamente, en sentido inverso. Lo demuestra con datos y gráficas David Sogge durante su intervención en las jornadas ‘Más allá de la ayuda. Coherencia de políticas para otro desarrollo.’

Comienza su charla mostrando una gráfica con los flujos netos de movimientos de dinero entre el norte y el sur. Y los datos son claros: la transferencia de capitales neta ha sido mucho mayor desde los países en desarrollo (especialmente desde Asia, y más en concreto China) a los países ricos. Y no es sólo Asia: también África y América Latina se encuentran en esta misma situación.

¿Cómo es esto posible?

Básicamente, porque la ayuda continúa llevando aparejada una serie enrome de beneficios para el financiador, aunque no sea ya de forma directa, como eran los famosos créditos ligados FAD. Aún así, todavía hoy, el dinero destinado a cooperación implica jugosos contratos para proveedores de bienes y servicios del norte (organizaciones de ayuda, sistemas de transporte, seguridad, consultoría…).

Algunas ayudas, de hecho, tienen casi directamente un efecto contraproducente, aunque en principio no parezca así. Sucede a veces con las becas. Cuenta Sogge que, preguntados los estudiantes nigerianos que habían logrado becas para cursar sus estudios fuera por sus deseos para el futuro, la mayoría manifestaban estar deseando volver al país donde estudió o trabajar en grandes multinacionales extranjeras instaladas en el país. Algo totalmente entendible pero, sin duda, poco beneficioso para sus países de origen.

Por no hablar, claro, de otras realidades como la fuga de capitales (se calcula que entre 1970 y 2010, la salida de capitales desde África ha sido un 150% mayor que el dinero recibido en ayudas); las condonaciones de deuda, también polémicas, o el recurso a la Ayuda al Desarrollo como vehículo de transmisión de ideología.

De esta manera, la ayuda termina convirtiéndose en una máquina de hacer dinero. “Se calcula que por cada euro donado, el valor de las exportaciones del donante creció en 0,80 céntimos de euros a corto plazo (más a largo). En el caso de España, la cifra es aún más alta: por cada euro de inversión en ayuda, recibimos 1,40 de retorno. Y lo mismo ha sucedido en otros países, como Francia: “De cada 100 francos atribuidos a la ayuda, de 25 a 30 francos van directamente a las carteras personales de los dirigentes africanos, los cuales utilizan una parte importante para sus partidos durante las campañas electorales; unos 12 francos se utilizan para los salarios de los cooperantes; de 55 a 60 son destinados a la compra de bienes y servicios en Francia; y, finalmente, tres francos van directamente a la población africana”.

Y frente a todo esto, ¿qué hacer?

Sogge propone una serie de cuestiones básicas que deberían ponerse en marcha para lograr, de verdad, una ayuda que ayude a quienes se supone que debe hacerlo.

Para comenzar, habla de una justicia fiscal internacional y una fiscalización de, precisamente, los donantes. Porque como él mismo recuerda, se hacen muchas auditorías sobre cómo están gestionando los beneficiarios la ayuda, (yo añadiría que también sobre los intermediarios –las ONGs que gestionan este dinero-) pero sin embargo, apenas hay estudios sobre la otra parte de la cadena, la de los donantes/ financiadores, en buena parte porque la información es confidencial.

Por otro lado, recuerda Sogge que también los donantes privados juegan aquí un papel importante, y que lo que hoy conocemos por RSC (Responsabilidad Social Corporativa), debería convertirse en Rendición de Cuentas Corporativas. Es decir, incorporar un marco de obligatoriedad para las empresas, y no dejarlo en el actual “voluntarismo” por parte de las mismas.

Posibles soluciones en las que habrá que trabajar para lograr, de verdad, un Ayuda al Desarrollo útil y eficaz para quien la necesita, no para los propios donantes.

Original en : Por fin en África

Autor

  • Moreno Alcojor , Aurora

    Aurora Moreno Alcojor es licenciada en Periodismo y posgrado en Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como redactora en El Mundo y otros medios de comunicación y ha sido locutora en prácticas en Radio Nacional de España. Fue responsable de prensa en la Oficina Económica y Comercial de España en Johannesburgo (Sudáfrica) y, posteriormente, trabajó como coordinadora editorial en Blex Ideas. Actualmente colabora con el portal GuinGuinBali y otros medios digitales. Es editora de Porfinenafrica.com, ganador del Premio Bitácoras 2011 al mejor blog social en castellano.

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