A Camerún, por José Eladio Santacara

15/03/2010 | Bitácora africana

Después de 5 días de relax y escribir otra crónica salgo para Camerún . Al poco de tomar dirección hacia Calabar hay una pelea en la carretera entre vendedores de combustible en bidones. Se está formando un atasco y se les ve muy excitados; por si acaso paso rápidamente como puedo, y por el espejo retrovisor veo que ya están en medio de la carretera tirándose unos a otros bidones. Me he salvado por poco, y veo que la agresividad latente en la ona del delta salta cuando menos te lo esperas.

Calabar

Está situada en el mismo delta, y a partir de aquí tomaré dirección norte para ir a la frontera de Camerún. Parece una ciudad tranquila y una cosa me llama poderosamente la
atención. Los guardias de tráfico, tanto mujeres como hombres, lo dirigen bailando, gesticulando haciendo muecas a cual más graciosa, y es como si estuviesen en un concurso de mímica compitiendo entre sí. En verdad todo un espectáculo. Está atardeciendo y mi instinto me dice que debiera quedarme a dormir cerca pues no estoy seguro que la carretera a Cameroon esté en buenas condiciones, pero decido continuar hasta Ekok en la frontera.
La frontera perdida

Al principio la carretera está bien pero pronto, a los 40 km, empieza a deteriorarse hasta convertirse en un sendero que a duras penas se abre camino entre la montañosa y
espesa selva. Es ya época de lluvias, y de vez en cuando hay grandes pozos de agua que debo vadear por los laterales. La noche se me echa encima pues voy bastante despacio, y no es muy agradable encontrarme circulando por esta pista deshecha, aunque al menos el agua se ha secado en muchas partes. No hay ninguna señal indicadora pero por lo que me indica la brújula voy bien: un solitario motorista me lo corrobora. Después de 50 km paso por un pequeño pueblo y no me lo pienso dos veces: aparco y aunque soy la atracción del lugar me voy enseguida a dormir.
Al levantarme al día siguiente veo que el paisaje es ciertamente maravilloso. Estoy rodeado de montañas pobladas de árboles con sus hojas de un verde rabioso por las últimas lluvias. En pocos km. llego a la frontera: su única indicación es una bandera de Nigeria y una pequeña caseta de la policía perdida en la selva. Entro en ella, y después de algún intento de sacarme dinero me dirijo a la frontera de Camerún situada a unos metros.

Camerún

Camerún es una de los países africanos con mayor diversidad cultural: en el se hablan unas 230 lenguas y dialectos diferentes. Su nombre se lo dieron los portugueses por la gran cantidad de camarones que había en sus costas. En 1884 los alemanes conquistaron el país, pero al perder la 1ª guerra mundial se lo repartieron entre Francia y Gran Bretaña. En 1.960 consigue la independencia, pero previamente mediante plebiscito la parte norte de la zona Británica se une a Nigeria, mientras el sur lo hace con la zona francesa. Todo un lío debido a los capricho coloniales. Sin embargo el conflicto entre la minoría colonizada por los Británicos y la mayoría colonizada por los franceses sigue latente, pues los primeros se quejan de que sus derechos y autonomía no son respetados. Lo que si parece ha terminado (al menos legalmente) es el conflicto fronterizo con Nigeria, y de momento parece un país estable; aunque hace 5 meses más de 100 personas fueron muertas por la policía por protestar por la subida de precios de los alimentos.

Frontera

– Si quieres entrar con tu vehículo y que te sellemos el CDP tienes que pagarnos- así de amables me reciben los funcionarios en la aduana.
Parecen más unos matones de barrio, y no me gusta nada su actitud pues estoy en un lugar solitario en plena selva. Después de mucho discutir les ofrezco los 3 $ que llevo
sueltos; al principio no aceptan pero entre eso y nada al final los cogen, me dan el CDP y me abren la verja. Ha sido bastante desagradable y pienso que también la policía intentará chantajearme pero me equivoco. Relleno el formulario, me pone el sello y parto sin más problemas. La carretera mejora y llego a Manfe; intento hasta Bamenda pero no puedo seguir por el barro y agua que hay. Al volverme llevo a una pareja: son maestros y van al funeral de un pariente.

.- Creo que en los funerales suele haber música y danzas. Puedo ir con vosotros?-.

.-Por supuesto. Tendrás ocasión de oír música tradicional y ver a la gente bailar. Para nosotros la celebración de los funerales es muy importante, y no reparamos en gastos. Serás bien venido-.

La persona fallecida debía de ser importante pues hay más de 300 personas en la explanada donde se celebra la fiesta. La gente canta, baila, bebe y come hasta altas horas de la madrugada, mientas el cuerpo del difunto está en una de las habitaciones de la casa. Mañana será el pequeño entierro hasta la tumba que le han construido en un rincón de la explanada.

Al día siguiente voy a Bamenda, y me acompaña la pareja pues viven allá. Toda esta zona es anglófona, y están muy resentidos con el gobierno central:
.- No nos sentimos respetados y quisiéramos ser independientes- me dicen casi al unísono.

Hablamos de África en general:

.- La situación es decepcionante. Cada político solo busca enriquecerse el y los suyos, sin preocuparse del país. Además Occidente se encarga de que poco o nada cambie. Debería haber una revolución-.

.-Y quién la va a hacer? les pregunto inquisitivamente.

Me miran y me dicen con cierta amargura:

.-Nadie. Tal vez en un futuro…-.

Bamenda

Es una ciudad bulliciosa, de creencias ancestrales y sede de antiguos reyes de la zona pero su mayor encanto es la ubicación. Rodeada de montañas está a unos 2.000 m. de
altura, y agradezco la refrescante temperatura que hace. Duermo en casa de Enmanuel, así se llama el, visito a su familia y estoy con ellos como uno más.

Douala

El 18 de Marzo salgo para Douala en la costa. El centro me resulta agradable, en especial la plaza mayor, donde todavía quedan algunos edificios coloniales de la época alemana. Tengo un gran problema con la policía pues intenta quitarme el video por grabar un banco!; al final todo se soluciona pero veo que en Cameroun hay que andarse con mucho cuidado con las cámaras.

Yaounde

A Younde, la capital, son unos 300 km que los hago por una buena carretera. Está edificada sobre varias colinas, como muchas de las grandes ciudades, y con sus casas emergiendo entre la frondosa vegetación es una de las iudades más bonitas que he visto en África. Además y a pesar de ir acercándome al ecuador el clima es muy agradable. Su centro es también muy bonito, en especial la plaza del ayuntamiento, pero cuando callejeo entre las calles de los barrios populares las carencia de África vuelven a aparecer. Voy a hacerme la visa para Gabón, y en cuanto la consigo salgo para este país. Mientras, la ciudad me despide con una gran tormenta: me preocupa lo que me encontraré a partir de ahora

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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